Buen rollo más Aíto
España incorpora el bagaje táctico de su nuevo seleccionador a una generación de espléndidos jugadores empeñados en abrochar un ciclo glorioso
Actualizado: GuardarEn pleno verano de glorias protagonizadas por deportistas españoles cabe recordar el precedente, siempre conviene acudir a la génesis. Un país que ya hace tiempo se sacudió complejos tercermundistas a la hora de competir -léanse Alonso, hiperNadal, Sastre y eterno etcétera culminados por el reciente título europeo de fútbol- viene mirándose en el espejo de una selección de baloncesto que germinó allá por 1999. En Lisboa, un grupo de extraordinarios jugadores en edad juvenil conquistó el mundo tras una final formidable, uno de los partidos más bellos que se recuerdan, frente a Estados Unidos.
De los doce hombres en Pekín, cinco (Raúl López, Navarro, Berni Rodríguez, Pau Gasol y Felipe Reyes) se encaramaron a la cima de aquel podio portugués. Y otro fue campeón en alma, que no en cuerpo por una lesión incluso más inoportuna que todas (Calderón). Ellos conforman la atmósfera lúdica, pero rigurosa y triunfadora, que envuelve a este grupo sazonado con la experiencia de Jiménez y Garbajosa o la precocidad abrumadora de Ricky Rubio, Rudy Fernández y Marc Gasol. Los sumandos han ingresado en un hábitat ya construido para divertirse y ganar por esa espléndida generación del 80, buenos mozos de gran baloncesto e inmunes al ancestral sentimiento de inferioridad que carcomía a los deportistas españoles.
La postmodernidad
El combinado nacional se presenta en China sin el seleccionador que condujo a este grupo fácil de adiestrar hasta el oro mundial y la plata europea. ¿Perderá la selección el 'buen rollo' sin Pepu Hernández? Da la impresión de que no, de que el gen de la convivencia sana anida en el organismo de los propios jugadores. Con Aíto García Reneses, España gana sustancia, conceptos ricos del juego. Aunque puede añorarse la materia gris de Chichi Creus, un técnico entre bambalinas que ha demostrado las razones por las que pudo dominar una Liga ACB, la de 1998, con cuarenta 'tacos'y enfrente de Elmer Bennett.
Aíto, un entrenador cuyo espíritu flota por encima del bien y del mal, ha sido siempre un precursor de la modernidad. Y la edad no le mueve hacia el conservadurismo, vista la temporada del Joventut y la salvaje superioridad española en los encuentros de preparación. El madrileño afincado en Cataluña, que tiene pinta de escuchar boleros, sigue decantándose por el rock potente y eléctrico. Antes de viajar a Pekín para debutar mañana ante la campeona continental (Grecia), la selección ha triturado a rivales pequeños y dominado a enemigos de enjundia, casos de Argentina, Rusia y Lituania.
Y lo ha hecho con el 'sello Aíto', una fórmula de tácticas complejas que se resume en las tablas de su ley: despliegue físico agotador de cada hombre en ocho minutos de intensidad devastadora; defensas variadas y asfixiantes; canastas fáciles como consecuencia de las recuperaciones; y ritmo, mucho ritmo. Que no decaiga la fiesta, que la púa suelte chispas al contacto con las cuerdas de la guitarra.
El enigma de los aleros
España alinea un trío de bases y un cuarteto de pívots irreprochable con las irrupciones de Ricky y Marc, un 'cinco' convocado a destacar sobremanera en el campeonato tras una evolución deportiva más propia de la ciencia-ficción. El repóker de aleros, sin embargo, presenta más dudas. No por la parte de Rudy, otro caso de ejemplar estudio, pero sí por otros vértices: Navarro, imprescindible, no desvela síntomas de atravesar un buen momento; Berni es cabal e importante atrás, pero no trascendente; Mumbrú y fiabilidad no casan demasiado bien; Jiménez es el tipo necesario que sujeta la escalera para que suban otros.
Y en esa parcela del equipo, precisamente, Estados Unidos despliega los vivos colores en su cola de pavo real. Kobe Bryant, Lebron James, Dwane Wade... Con permiso para salvar los cruces de la Argentina 'baskonizada' (Prigioni, Nocioni, Scola y Oberto en el quinteto que comanda el fenomenal 'Manudona' Ginobili) y de la Rusia sometida hace poco en los torneos de preparación, España podría medir su enorme potencial al abusivo despliegue físico de USA en la final del día 24.
El hecho de que ambos combinados compartan grupo en la primera fase evita el cruce letal con Kobe y compañía antes de tiempo. Cierto que un mal capítulo puede arruinar una gran novela o que una mala tarde la tiene cualquiera pero, de acuerdo con la lógica, ambos países deberían discutirse el oro de Pekín porque ya hace mucho que nueve de cada diez partidos dependen de España. Y el resto, a aguantar el tirón. El anuncio de la película excita: el individualismo brillante de la sociedad norteamericana encarnado en doce magos del 'uno contra uno' frente a un verdadero grupo de amigos empeñado en cerrar un ciclo: Mundial, Europeo y Juegos, el eje Tokio-Madrid-Pekín.