«Hay que atacar»
Valverde considera clave el último tramo del recorrido para alzarse con la victoria olímpica
Actualizado: GuardarAlejandro Valverde se frotaba las manos. Por entrenamientos anteriores sabía del puerto de 12 kilómetros. Bien. Con un par de descansos para aliviar los músculos. De fuerza. Como él. Estaba feliz. Y lo mejor vino ayer, cuando vio el kilómetro final. «Aquí hay que atacar», repetía a la salida de una curva. Pedaleando sobre un tramo hecho a su medida: unos 800 metros de subida y 200 más para el sprint. Como cuando ganó a lo bestia su etapa del Tour en la rampa de Plumelec o cuando repitió en la Lieja-Bastogne-Lieja.
El lugar donde esperan las medallas es una postal colgada del aire. Aparece en millones de álbunes fotográficos de turistas. Con la Gran Muralla al fondo. Bajo un arco. Entre colinas. Una meta decorada por la naturaleza y la historia para esta ocasión. Lástima que la bruma -dicen que parte viene de Pekín y otra del desierto del Gobi- matizara los colores del escenario. Le daba un tinte frío a la alegría de Valverde. Pero era sólo una apariencia. Nada de frío. Es un gris ceniciento y asfixiante. En Murcia padecen esta semana una ola de calor. Y un murciano, Valverde, disfrutaba ayer del ardiente kilómetro final que lleva hasta su muralla olímpica. Muralla, que rima con medalla.
En Sidney 2000, Freire contó mal las vueltas al circuito y se precipitó. En Atenas 2004, el cántabro se cayó al poco de empezar. Como Astarloa. Y a Valverde se le olvidó comer. Bettini lo rentabilizó. Mañana se repite el España-Italia de ciclismo. Subidos en la Muralla sobre el calor de Pekín.