Conviven-cia de verano
Actualizado: Guardare hizo reflexionar el artículo del pasado lunes en El País que, bajo el título En la playa con el hijo del novio de mi madre, de Isabel Pedrote, hacía un análisis detallado de los nuevos modelos de familia que se alejan del prototipo nuclear padre, madre e hijos, las llamadas familias reconstituidas. Los hijos de tu pareja que no son tus hijos, la madre de tu hermano que no es tu madre o el padre de tu hermana que no es tu padre. Estoy absolutamente identificada con ese tipo de familia porque es la mía, aunque, como siempre, la realidad supera la ficción, o cualquier parecido con la realidad sea pura coincidencia. Pues bien, sin alejarme del tema, los diferentes tipos de familia que conviven en verano, las experiencias vacacionales donde la convivencia es mucho mayor que la del fin de semana que me toca los niños, genera todo tipo de situaciones. En una cena de chiringuito playero mi hijo le pregunta a la hija de unos amigos: «Oye, ¿tu cuántos abuelos tienes? Yo tengo tres». Sin querer presto oídos a la conversación que se desarrolla a mi lado en un bar de copas, una reunión masculina: «...No sé dónde está mi hija, mi ex nunca me dice dónde va de vacaciones, ni con quién...». El hombre lo refería con pesar y resentimiento. Así, nos encontramos ante nuevas situaciones de convivencia y, como dice Isabel Pedrote, en muchas rupturas recientes es la hora de la revancha. Pero mientras que los niños y niñas se enfrentan a estas situaciones con la mayor naturalidad de mundo, los adultos nos hacemos mil y una pajas mentales, perdón por la expresión, de cómo situarnos frente a esa prole que recién nos llega. Desde la autoridad o el intento de suplantación hasta el consentimiento más ridículo; desde la complicidad y la alianza contra-natura hasta la franca hostilidad; desde el asumir un papel de padre o madre que no nos corresponde hasta el ir de coleguitas que nos corresponde aún menos... seguimos moviéndonos en un terreno aún resbaladizo. Antes las relaciones de parentesco se definían con un solo sustantivo: hermano, hermana, primos, madre, abuelo... Hoy necesitamos de toda una frase para definirlas. Pero si aún nos cuesta desprendernos de los viejos modelos de relación, más nos cuesta de los viejos modelos de posesión.