Es noticia:
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizCádiz
GRÁFICO: LA VOZ
MUNDO

Un mapa para repartir el Ártico

Científicos británicos diseñan una carta en la que delimitan las regiones que pertenecerían a cada país y las fronteras, que podrían ser motivo de disputas

MÓNICA BERGÓS
Actualizado:

Es una de las pocas zonas del Planeta sin dueño. No la posee ningún Estado y durante siglos las generosas reservas de petróleo que yacen bajo el hielo han permanecido inaccesibles al ser humano. Pero con el deshielo provocado por el cambio climático esto podría cambiar y nadie quiere quedarse sin su parte del pastel. Los cinco países limítrofes: Dinamarca, Estados Unidos, Noruega, Canadá y Rusia, mantienen conversaciones desde hace unos meses para repartirse el territorio; ahora un grupo de científicos británicos de la Universidad de Durham les ha puesto las cosas más fáciles, al trazar un mapa en el que se delimitan con precisión las extensiones que pertenecerían a cada país, y se establecen las zonas fronterizas que pueden ser motivo de disputa. Se trata de la descripción más destallada hasta la fecha sobre la futura división del Ártico.

«La razón principal por la que hemos realizado este estudio cartográfico es para que sirva de herramienta informativa en los debates territoriales, porque francamente, se han dicho muchas sandeces sobre quién puede reclamar soberanía sobre qué», explicó ayer para la BBC Martin Pratt, director de la Unidad de Investigación de Fronteras Internacionales de la Universidad. «Para ser sincero, la mayoría de los mapas que he visto hasta ahora en los medios de comunicación son demasiado simples», prosiguió Pratt, quien también señaló que han sido considerados diferentes factores en el diseño del croquis como «los reclamos de propiedad realizados históricamente por los países, las fronteras que ya han sido acordadas o nuevos elementos que no han aparecido en otros estudios, como la descripción de las zonas que pueden ser reclamadas por Canadá, Dinamarca y Estados Unidos».

El equipo de investigadores se ha servido de un complejo programa informático para trazar los límites de cada territorio e identificar las áreas que pueden ser fuente de futuras disputas. «Todos las naciones con salida al mar tienen derecho a extender su zona de soberanía hasta 200 millas náuticas (370 kilómetros) desde sus costas», expresó Pratt. «Así que usamos un software geográfico especializado para ajustar esos derechos con precisión».

Corazón del petróleo

Además, han tenido en cuenta la posibilidad de que ese límite se amplíe si una nación demuestra que su plataforma continental va más allá de esa distancia, un factor que ya ha comenzado a crear confusiones entre los diferentes países.

La necesidad de trazar fronteras en los 1,2 millones de kilómetros cuadrados de fondo marino que comprende la región ártica se hizo patente el pasado año, cuando un equipo ruso en submarino plantó una bandera del país en la zona. El resto de naciones limítrofes pusieron el grito en el cielo y consideraron que Moscú se había excedido del territorio que por derecho le pertenece. Se estima que todavía tendrán que transcurrir varios años hasta que los países en juego lleguen a un acuerdo sobre el reparto final de la región. Por el momento, el primer paso es que todas las naciones interesadas ratifiquen la Convención sobre el Derecho del Mar establecida por Naciones Unidas. Estados Unidos todavía no se ha adherido a ella, aunque se prevé que lo haga en breve.

Se calcula que el Ártico alberga bajo sus compactos bloques de hielo una cuarta parte de las reservas mundiales de crudo, lo que equivale a 90.000 millones de barriles de petróleo sin explorar, según cifras de la Evaluación Geológica de Estados Unidos. El cambio climático está debilitando las capas de hielo y la tecnología avanza con rapidez, por lo que una zona virgen, hasta ahora inaccesible para el ser humano, podría ser fuente de jugosas ganancias para los Estados en un futuro no tan lejano.

Pero no es ése el único motivo que hace atractiva esa región del Planeta. El deshielo también permitiría abrir una vía de navegación permanente por el Norte, que sería de vital importancia para países como Estados Unidos, que por el momento sólo pueden tener acceso al otro lado del mundo a través del estrecho de Malaka, en Asia; el Cabo de Agujas, en Suráfrica, y el Cabo de Hornos, en América Latina.