REGISTRO. La Guardia Civil inspeccionó las seis avionetas intervenidas a la organización. / LA VOZ
Ciudadanos

La banda liderada por un piloto tenía una red de empresas 'fantasma' para el blaqueo

Investigan siete sociedades, con sedes en Sanlúcar y Jerez, que podrían formar parte del aparato financiero

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

La organización desmantelada en junio, que utilizaba aviones y avionetas para la introducción de hachís en la península, y que estaba planeando un alijo de unas cuatro toneladas de cocaína antes de que cayeran doce integrantes en manos de la Guardia Civil, había montado una infraestructura financiera para el blanqueo del dinero obtenido con el narcotráfico. Ésa es una de las conclusiones a la que llegan los investigadores y que constan en las diligencias que instruye el juzgado nº 4 de Huelva, y cuyo contenido dio a conocer en su edición de ayer LA VOZ.

Dicha infraestructura había sido construida sobre la base de una red de empresas pantalla o fantasma, que según el atestado del Instituto Armado donde se resume el desarrollo de la operación Ládano, «se les observa poca o ninguna actividad», apenas tienen personal contratado -en algunos casos sólo consta el administrador único, José María R. M., lugarteniente del líder de la organización- y las pocas operaciones comerciales que sí registra «son de escasa» entidad y tienen como fin desviar la atención del fisco.

Este aparato financiero es una de las características que presenta cualquier banda altamente profesionalizada y que mueve millones de euros gracias a la droga. Esas ganancias millonarias requieren de una 'división' específica dentro de la organización criminal que se encargue del blanqueo. Al frente de ella, la Guardia Civil sitúa a un individuo que fue detenido en Arcos. En los seguimientos que realizaron los agentes en torno al aeródromo de La Jara, en Gibraleón (Huelva), donde arrancaron las pesquisas, se le vio en compañía de los cabecillas en el momento que cerraban la compra-venta de avionetas.

También fueron interceptadas varias conversaciones de esta persona en la que asesoraba a los jefes y a intermediarios de los cárteles sudamericanos para ocultar grandes cantidades de dinero que iban destinadas a la adquisición de naves. Cobraba presuntamente el 3%, en concepto de comisión, por cada trabajo de blanqueo que hacía, ya que recibió elevadas sumas, procedentes de cárteles venezolanos y colombianos, para la adquisición de aviones que iban a ser puestos al servicio del tráfico de coca.

A esta conclusión llegan los agentes cuando descubrieron que los cabecillas de la organización española, en compañía de su asesor fiscal, se desplazaron hasta Évora (Portugal) para entrevistarse con un enlace de los traficantes sudamericanos, quien le hizo presuntamente entrega de dos millones de euros para una de esas compras.

«Ese pecunio procedente de organizaciones mafiosas» fue introducido en el país de manera ilegal y es que la Guardia Civil también acusa a los narcos detenidos, en concreto al piloto de las aerolíneas comerciales, de utilizar su empleo reconocido para trasladar grandes sumas de dinero en negro de un país a otro.

A lo largo de la operación policial, los agentes investigaron hasta siete empresas que fueron apareciendo conforme avanzaban las pesquisas. La mayoría tiene su sede social en Sanlúcar y otras en Jerez, Sevilla y Huelva. En tres de ellas consta como administrador único, José María R. M.

Este individuo, que supuestamente lidera la organización junto al piloto de Iberia, Jesús G. M., no es la primera vez que lo relacionan con el narcotráfico a gran escala. En mayo de 2002 fue detenido por la Guardia Civil en Sevilla por robarle a otro narco 300.000 euros procedentes de la actividad ilícita, como se recoge en las diligencias judiciales.

Pasado delictivo

Pero no es el único con un historial vinculado a la delincuencia internacional. Este periódico recogía ayer el pasado del cabecilla, Jesús G. M., quien guardaba en su casa del Novo Sancti Petri todo un arsenal. Además de haber sido mano derecha del espía Francisco Paesa, antes de regresar al anonimato mediático fue relacionado con el tráfico de armas.

Otro conocido de las Fuerzas de Seguridad es el piloto colombiano que también cayó hace dos meses. En los informes policiales se indica que lleva afincado en España desde hace más de diez años, que fue expulsado del ejército y que se dedica en exclusividad a pilotar naves que transportan estupefacientes. También le constan antecedentes policiales por este motivo, uno de ellos por una operación desbaratada en 2001 en Villamartín.

Las grabaciones arrojan una relación muy estrecha entre Jesús G. M. y su lugarteniente, que según la Guardia Civil eran los cerebros de cada golpe que realizaba la banda. Ambos fueron arrestados el 26 de mayo en la autopista Cádiz-Sevilla, a la altura de Los Palacios. El piloto de Iberia declaró ante el juez que conocía a su supuesta mano derecha desde hace un año, cuando le asesoró en la compra de «un avioncito» y que le había cogido mucho cariño. Excusó sus vuelos juntos porque dijo que quería enseñarle a volar.

stubio@lavozdigital.es