
Los expertos en seguridad defienden el plus de calidad que supone la vigilancia hotelera
Los representantes del sector creen que los empresarios hoteleros no invierten aún lo necesario en medidas de control en el interior de sus establecimientos
Actualizado: GuardarLa costa gaditana es destino de miles de turistas en la época estival; un periodo en donde suelen repuntar determinados delitos como los robos. Los cacos aprovechan los despistes, las concentraciones multitudinarias o las viviendas que se quedan vacías para delinquir con mayor facilidad. Y en esa coyuntura de riesgo y de relajación por parte de casi todos, la seguridad adquiere una mayor relevancia y son los expertos y profesionales que trabajan a diario por garantizarla desde la esfera privada los que han llamado la atención sobre la importancia de ofrecer la vigilancia como un elemento de calidad en la oferta hotelera y turística de la provincia gaditana.
Es decir, que un hotel no sólo puede ofrecer como parte de su excelencia asistencial, por ejemplo, una comida durante las 24 horas. El cliente también valora (y cada vez más) la seguridad como un elemento de distinción.
Y sin embargo, los profesionales de la vigilancia no creen que los empresarios le presten la suficiente atención. «Existe una falta de concienciación tan evidente que el propietario considera que la seguridad es un gasto añadido cuando debería verlo como una inversión de futuro». Esta afirmación es de Luis González Hidalgo, secretario general de la Federación Empresarial Española de Seguridad (FES).
Esta misma apreciación es compartida por el responsable de velar por la tranquilidad de los huéspedes del hotel Las Cortes de Cádiz en la capital, Ángel Sánchez Mateo, que conoce bien qué importancia se le da a esta materia cuando se decide montar un negocio hotelero: «No sólo hay poca concienciación, sino que se pretende suplir muchas veces esta necesidad con soluciones poco fiables, contratando a personal no profesional y que no ha recibido la formación adecuada».
Sánchez Mateo, que además es director de seguridad en el poblado naval de la Base de Rota, hace un paralelismo con lo que se puede ver muchas veces en las puertas de discotecas y bares de copas.
La dicotomía que presentan los recintos hoteleros, que tienen unos espacios públicos donde está permitido el acceso libre (como a las cafeterías), y los de ámbito privado (que los representan las zonas de las habitaciones), genera una primera dificultad a la hora de planificar un dispositivo que garantice una estancia sin sobresaltos para los huéspedes.
Así lo pone de manifiesto el presidente nacional de la asociación que aglutina a los directores de seguridad, José Antonio Martínez, quien trabaja en uno de los hoteles de lujo de Madrid: el Meliá Castilla. «No se puede vetar la entrada del público, pero también hay que salvaguardar la intimidad de los clientes. Lo ideal es imponer medidas discretas, pero efectivas, para que la persona que se aloje en un establecimiento, que temporalmente se convierte en su hogar, no se sienta controlada».
Lo que ya se hace
José Antonio Martínez comparte la opinión de sus colegas de profesión sobre las deficiencias en materia de seguridad que presentan muchos hoteles.
Las medidas de seguridad mínimas que se suelen aplicar en los hoteles son la colocación de cámaras, facilitar a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado los datos personales de cada cliente que se aloja o el uso, cada vez más extendido, de tarjetas en lugar de llaves que necesitan de una activación previa para que puedan abrir las puertas de las habitaciones. «Ya se han dado casos de duplicidad de llaves magnéticas», avisa el portavoz nacional.
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