Misterios y prosaísmos
Musitan los aficionados y barbotean los públicos que estamos ante uno de los carteles del neófito siglo. La expectación creada ante el mano a mano entre José Tomás y Morante de la Puebla en El Puerto, con toros de Núñez del Cubillo, supera con creces lo estrictamente taurino. Se ha convertido en un acto de sociedad y pasarela. Ciertamente, para lo que se puede ver hoy por hoy, es el cartel con más emotividad y atracción de los que se pueden dar; mas aún diré que se trata de acentuar el misterio de uno y revelar el prosaísmo de otro. Tomás bebe de la fuente estoica del monstruo cordobés, y de esa agua nació su propia quimera. Creador de una nueva legión románica sedienta de sangre que le ha dado al toreo un nuevo sentido trágico. Sólo con su presencia crea un ambiente diferente y sorprendente. Tomás sabe y puede torear con la muleta mejor que ninguno hoy en día. Su misterio sólo lo sabe (si es que lo sabe) él, y es que ningún genio que se precie debe revelarlo. Los misterios se los deben llevar los creadores a la tumba. A Tomás le envuelve el silencio, la fidelidad y la soledad que sólo los grandes han poseído; lejos de las pasiones desorbitadas de sus andanzas.
Actualizado:Morante representa a un nuevo arquetipo de artista, ése que ha aprendido los conceptos artísticos aun sin haber nacido con ellos. Su debate, pues, es hacer de lo antinatural algo natural; hacer ver que su toreo asciende pese a descender. Morante sólo parece mirarse en el espejo de aquellos verdaderos artistas; de hecho, es el torero de la Puebla el mejor imitador de los genios pero, a fin de cuentas un impío imitador. Eso sí, es Morante el mayor exégeta hoy del toreo de capa; de hecho, es el único que logra (cuando la inspiración le fluye) torear con empaque y gusto. Será pues, una tarde de misterios y prosaísmos digna de contemplar.