Quince reglas de oro para ganarse el despido
Un informe de la Escuela de Negocios de Andalucía desvela las actitudes en el trabajo que más irritan a los jefes
Actualizado: GuardarLa conducta que muestran algunos empleados en sus centros de trabajo resulta «nociva y contaminante» para el resto de compañeros y, sobre todo, «irritante» para sus jefes. La falta de implicación en la empresa, la ausencia de ambición profesional o la incapacidad para resolver problemas son algunas de las quince actitudes que más molestan a los jefes, según un informe realizado por el Área de Recursos Humanos de la Escuela de Negocios de Andalucía. Los eternos desayunos de algunos y los que se quitan de en medio por vacaciones continuamente son comportamientos que no afectan tanto en la relación con los superiores.
Desde la delegación de Laborman en Cádiz, empresa de recursos humanos, se destaca que el perfil del trabajador con una conducta irregular suele ser el de un joven de entre 18 y 24 años que entra en el mercado laboral por la puerta de atrás. Es decir, ha abandonado los estudios y el oficio no es el más deseado. Esta situación, según el delegado de Laborman, Salvador Argudo, conlleva a tener poco compromiso con la empresa. Los sectores donde más se nota esta actitud es en la hostelería y en los servicios.
Las actitudes de los empleados más exasperantes para sus superiores son las que tienen que ver con la falta de asunción de responsabilidades y el desentendimiento en la toma de decisiones. Así, el 85% de los encuestados le irrita especialmente que su empleado no asuma compromisos, mientras que al 76% le molesta que no resuelva problemas y que no sea proactivo. El estudio desvela que los directivos quieren trabajadores con cierta autonomía. Prefieren empleados que asuman riesgos y se equivoquen, antes que una persona que necesita que se lo supervisen todo para evitar problemas.
Capital Asesores en Cádiz ofrece una versión distinta del perfil del trabajador con poca ambición profesional. Esta empresa consultora de recursos humanos destaca que suele ser una persona veterana en la empresa, de unos cincuenta años que no tiene ningún interés por reciclarse ni adaptarse a las nuevas tecnologías. Los casos más frecuentes se dan en el sector de la banca y en oficinas dedicadas a gestión. También, las administraciones públicas son hervideros de personas que no quieren asumir responsabilidades.
El segundo estadio analizado y que provoca más diferencias es el relacionado con el incumplimiento de los compromisos y de los tiempos, así como la indiferencia hacia los objetivos. Siete de cada diez considera muy grave que sus colaboradores no desarrollen las funciones que se les encomiendan y en el tiempo establecido. El 57,9% considera irritante que los empleados se muestren indolentes con respecto a los objetivos establecidos por la dirección.
La actitud del trabajador es la clave para un buen ambiente laboral. Al 50% de los directivos entrevistados les crispa que los empleados no hagan nada por mejorar o que no tengan «hambre profesional». El estudio pone de manifiesto que esta situación se atribuye especialmente a las nuevas generaciones de profesionales. El individualismo también se apunta como un mal endémico dentro de la empresa y casi cinco de cada diez encuestados coincide en advertir que resulta muy irritante que los empleados sean individualistas y no trabajen en equipo.
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