Lo que viene después
La confirmación definitiva del hallazgo de agua en Marte parece, en cierto modo, la crónica de una noticia anunciada hace mucho. Eran numerosas las evidencias que se iban acumulando, casi semana a semana, procedentes de distintas misiones de robots en la superficie marciana y en su órbita, que señalaban en esa dirección, e incluso en alguna ocasión los científicos de la NASA ya habían afirmado que tenían pruebas de que había agua en Marte sólo para retractarse poco después.
Actualizado:En esta ocasión, sin embargo, la pala de la sonda Phoenix ha recogido muestras del suelo que, al analizarse, ha dado resultados incontrovertibles a la pregunta «¿hay agua en Marte?», que no se había respondido de modo definitivo hasta ahora. Una muestra de tierra marciana fue calentada en los instrumentos de la sonda y dejó escapar una vaharada de agua, la primera medidción directa de agua en Marte. Hasta ayer estaba abierta la posibilidad, incluso, de que no hubiera agua en el planeta rojo y los científicos tuvieran que replantearse la precisión y fiabilidad de ciertas mediciones y cálculos que habrían resultado engañosos. Al saber que hay agua, la respuesta a esa pregunta abre el camino, como suele ocurrir en la búsqueda de conocimientos, a muchas nuevas preguntas.
Una cuestión que adquiere nueva vigencia es la de la de la existencia de vida en Marte, ya sea en el pasado o en la actualidad. Las probabilidades de que haya alguna forma de vida aumentan vertiginosamente con el hallazgo del agua, y de hecho el experimento del Phoenix está también buscando moléculas orgánicas que delaten alguna forma de vida. La aparición de formas de vida fuera del planeta Tierra indicaría que no somos un accidente cósmico y, además, presentaría graves cuestiones filosóficas a considerar, incluso si no existe vida compleja o inteligente en Marte, como se atrevieron a imaginar escritores y visionarios como Ray Bradbury.
Los científicos han expresado ahora interés en la historia del hielo que han recogido, dado que los instrumentos de la Phoenix pueden hacer lecturas para determinar si este hielo ha tenido alguna vez forma líquida, lo cual a su vez modificaría el suelo y convertiría a la zona, en palabras del jefe de la misión, Peter Smith, en una zona habitable susceptible de albergr vida.
Igualmente, la cantidad de agua que pueda existir en Marte, su ubicación en la superficie y la profundidad a la que pueda estar accesible, así como la composición de las sustancias que tiene disueltas, adquieren gran importancia. Por los datos preliminares ofrecidos por la NASA, sabemos que contiene nutrientes minerales tales como sodio, magnesio y potasio. La existencia de agua en razonable abundancia y con una composición que permita convertirla en potable fácilmente sería una excelente noticia para el diseño logístico del anhelado viaje a Marte que permitirá a un ser humano por primera vez pisar un planeta distinto al de su origen, no solo porque un viaje así requerirá grandes cantidades de provisiones para los seis meses de ida y seis meses de vuelta que durará, sino porque plantea la posibilidad de plantar y cosechar cultivos en la superficie marciana en espacios cerrados pero con suministro de agua, el primer paso para una posible colonización de ese planeta. Con agua bastante, colonizar Marte se vuelve más razonable incluso que una estación lunar, en algunos aspectos.
La ampliación de la misión de la sonda Phoenix durante cinco semanas adicionales a lo originalmente proyectado muy probablemente nos ofrecerá nuevos datos. Pero la sola idea «hay agua en Marte» hará que se apresuren las nuevas misiones, robóticas e incluso tripuladas.