Hermoso de Mendoza y Ventura, intratables en las Colombinas
El rejoneador estellés resultó el triunfador al cortar cuatro orejas y un rabo, mientras que Diego Ventura cortó tres y Fermín Bohórquez se fue de vacío
Actualizado: GuardarEstá el de Estella intratable. Da igual que los toros colaboren o no. Le trae al pairo a este caballero que anda en un momento sensacional. Tremenda la tarde ofrecida ayer en Huelva. Y eso que su lote no fue para tirar cohetes, como el resto de los toros de Luis Terrón. Pero se alzó con el triunfo a carta cabal y conquisto cuatro orejas y un rabo, dejando claro que no quiere apearse del lugar de privilegio que ostenta. Pero también está intratable Diego Ventura, que sobre todo en el último de la tarde de ayer, rozó lo imposible en una faena a un nivel extraordinariamente clamoroso con un caballo, Manzanares, al que sólo le falta hablar. Vaya dos toreros a caballo que disfrutaron en Huelva.
Desde luego, Hermoso de Mendoza no está dispuesto, ni mucho menos, a que nadie ose quitarle el cetro del rejoneo. Lo sabía ayer cuando hizo el paseíllo acompañado de Diego Ventura, su más temido competidor. Por eso arreó desde el principio. Y lo hizo ante un astado que, como el resto, no colaboró. A las primeras de cambio se fue a tablas, desrazado el animal. Pero el navarro lo enceló perfectamente hasta dejarle dos rejones de castigo. Ahí se hizo con el animal. A partir de ese momento, todo un recital de toreo a caballo. Primero con Silveti, llevándolo toreado al cornúpeta a dos pistas siempre pegado a la cola del equino. Y eso que no el toro no quería colaborar. Pero se superó aún más con Fusilero, clavando a dos manos y siempre arriba, para salir del embroque con piruetas y giros imposibles. Una faena a más, intensa y medida, que culminó con las banderillas cortas, perfectas de ejecución, y un rejonazo extraordinario. Dos orejas de las que valen su peso en oro.
De nuevo lo bordó en el quinto. Esta vez sacó a Chenel y el delirio comenzó a instalarse en los tendidos. Bien es verdad que el toro le ayudó algo más, pero es que la cuadra de Hermoso es increíble. Luego, con Ícaro, caballo que nunca le perdió la cara a su enemigo yendo a dos pistas, volvió a clavar arriba. Espectacular su forma de rejonear. Y como anteriormente, todo muy medido. Formó otro lío, y de los grandes, con las banderillas cortas, sobre todo un postrero par a dos manos. Y el culmen en el rejón de muerte. Patas arriba el toro y la plaza blanca por completo. Hasta el rabo cortó. Quizá con las dos orejas hubiese sido todo perfecto. Pero es que el rejonazo que dejó... intratable está el navarro.
Ni un paso atrás
Pero Diego Ventura tampoco está por la labor de dejarse ganar ni un solo centímetro de terrero. Todavía convaleciente de la terrible fractura de tibia y peroné -cuando se bajó del caballo tuvieron que darle una muleta, pero de las de apoyarse para poder llegar al burladero. Pero encima del caballo es un ciclón. Distraído de salida su primero, fue a más, aunque los arreones que dio llegaron a topar en varias ocasiones a Cali. Pero salió distinto y vino el escalofrío. Cites a menos de dos metros. Caballo y toro frente a frente, sin moverse. Hasta que se arrancó el astado y surgió el quiebro imposible. La gente que no lo creía. Pues otro igual, para clavar arriba. Rapidez y eficacia con las cortas y medio rejón refrendado con dos descabellos desde el caballo. Una oreja.
A la misma puerta de chiqueros se fue en el sexto, después de que Mendoza ya tuviese el rabo en el esportón. Por eso volvió a realizar una demostración de poderío con su cuadra. Con Manzanares, por ejemplo, yendo de lejos y de frente hasta la misma cara del toro. Lástima el primer intento fallido, que enmendó con un par a una mano perfecto y la pirueta posterior. El siguiente par fue el no va más. Imposible salir de la cara del astado de esa forma. Y encima le quedaba el arma de Morante, con el que de nuevo alcanzó cotas sublimes. Lástima del fallo con el rejón, aunque el público pidió y consiguió para el las dos orejas -con una hubiese bastado- y así salir a hombros junto con Hermoso de Mendoza.
Fermín Bohórquez, que abrió plaza, estuvo mejor en su primero, un toro manso hasta decir basta, que en el segundo. Le pudo siempre con maestría y mucho oficio, para clavar con acierto. Sereno en su quehacer, lo puso todo y más. En su segundo, un toro con más pies pero que embestía a oleadas, anduvo con muchos altibajos en una faena en la que cayeron demasiados palos al suelo.