El estropicio Olmert
Como estaba previsto, Nejamin Netanyahu, jefe del Likud (oposición laica de derecha nacionalista) pidió Elecciones anticipadas ayer tras apenas difundirse la decisión de Ehud Olmert de dimitir de su cargo de primer ministro.
Actualizado: GuardarTécnicamente, Olmert, jefe del Kadima, primer partido en el Parlamento (29 escaños de 120) no hizo eso, sino que se limitó a decir que no concurrirá a las primarias, que para dirigir el partido deben celebrarse el 15 de septiembre, pero todo eso era el resultado de los arreglos alcanzados no sólo entre las varias facciones de Kadima, sino con su socio principal, e indispensable, los laboristas.
El Labor, cuyo líder es el general Ehud Barak, ministro de Defensa, tampoco quiere elecciones anticipadas y el diseño al que ayudó para encarrilar la renuncia de Olmert, presunto culpable de delitos de corrupción económica, es el de, si se puede, cambiarle por alguien consensuado en su partido y mantener la coalición (en la que están, además, el partido populista sefardí Shas, la ultraderecha xenófoba Ysrael Beitenu y un varios diverso que permitió formar un gabinete disparatado).
La cuestión es si todo esto está bien atado ya o aún depende de que la ministra de Exteriores, Tzipi Livni, resuelva su pugna en Kadima con el general Saúl Mofaz, un duro, ex-ministro de Defensa y que también quiere el puesto. Livni parece tener más apoyo, pero el vencedor en la elección interna debe contar con todo el respaldo y unas cuantas fugas (que sería como una vuelta al Likud, del que el general Sharon extrajo Kadima como un proyecto personal) lo comprometerían todo.
En tal caso, las Elecciones anticipadas, muy anticipadas, serían inevitables, pero, con la Ley en la mano tendrían lugar bien entrado el año próximo y Olmert seguiría siendo jefe de un Gobierno en funciones todo ese tiempo y proseguiría la negociación con los palestinos y, de modo indirecto, con Siria. ¿Tiene el peleón Olmert este plan B en la cabeza?
En todos los casos, sin embargo, lo único por completo seguro es que la negociación con la Autoridad Palestina en el marco del Proceso de Annapolis, una iniciativa norteamericana, se resentirá mucho y, como mínimo, perderá fuelle y velocidad de crucero, si es que tiene alguna ahora. Ni que decir tiene que un eventual Gobierno Netanyahu, lo revisaría todo a la baja, algo que deberá lidiar en Washington el sucesor de George Bush.