Una bocanada en la tormenta
Pese a que el mal momento económico casi ha paralizado el sector inmobiliario, algunas empresas como el Grupo Nuevo Gadir sobrevive con la rehabilitación de pisos de lujo
CÁDIZ Actualizado: GuardarNo todo son crisis, renuncias, y guardar el dinero debajo del colchón a la espera de que amaine la tormenta. En la ciudad aún hay empresarios que siguen poniendo su capital, arriesgándose a hacer rehabilitaciones cuidadas para poner nuevas viviendas en el mercado. Uno de estos grupos es Nuevo Gadir –de capital gaditano y que forma parte del Grupo ADDO– que acaba de terminar una rehabilitación en un edificio con un grado 1 de protección.
Se trata de Vea Murguía, 26. «Cuando compramos la finca, vivían aquí cuatro familias y creo que no eran muy conscientes del riesgo que estaban padeciendo», señaló Joaquín García, uno de los socios.
La finca estaba en muy malas condiciones y lo primero que hubo que hacer fue realojar a la única familia que tenía contrato de renta antigua, que ahora volverá a la casa ya rehabilitada.
De la restauración se ha hecho cargo el arquitecto Víctor Gómez, que explica con ilusión algunos detalles que «se ha permitido» en este edificio, como una pared color berenjena en el patio, u otros menores, como los picaportes o las barandillas metálicas de los dúplex.
Restricciones
Sin embargo, Gómez y el promotor asegura que fue difícil atenerse a todas las restricciones impuestas en el edificio por tener un grado elevado de protección. «Yo entiendo que este es un edificio histórico, pero hemos tratado de darle las comodidades del siglo XXI, porque si no, nadie querría comprarlas», explicó Gómez.
El Grupo ADDO está especializado en rehabilitaciones singulares, con obras en lugares tan distantes como Barcelona o Budapest. En Cádiz, Nuevo Gadir ha hecho ya otras obras como Valverde, 10 (con un grado cero de protección, el más alto posible) o uno de nueva planta en Rafael de la Viesca esquina Doctor Zurita.
Su intención es seguir trabajando en el casco antiguo, tanto de Cádiz como de El Puerto, explica Joaquín García. Admite que la mayoría de sus productos están dirigidos a un público de poder adquisitivo medio alto (los precios superan los 3.000 euros por metro cuadrado) y que además aprecie el valor de vivir en una zona histórica. La crisis les ha tocado, «como a todo el mundo», pero comenta que siguen teniendo visitas, muchas de ellas de personas de fuera: madrileños, extremeños, castellano-leoneses y algunos extranjeros, sobre todo de Gran Bretaña y Alemania. «La ventaja es que si tienes una pieza singular, estás prácticamente sólo en el mercado», dice García.
Y eso que trabajar en Cádiz es especialmente difícil: la configuración del casco antiguo hace que haya problemas a la hora de realizar acopio de materiales y permitir el paso de los camiones. Al margen de todo el papeleo, que en el caso de Vea Murguía, 26 ha sido de más de un año.
Al final han resultado ocho viviendas, algunas de ellas de dos alturas y con una tipología y distribución especiales.
mcaballero@lavozdigital.es