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IMPUTADO. Diego Periñán, ayer en Puerto Real. / ANTONIO VÁZQUEZ
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Las cuentas de Asprodeme durante la presidencia de Periñán eran un «desatino»

Piden cinco años de cárcel para el ex presidente de la asociación de Puerto Real Dos peritos confirman que la contabilidad tenía fallos «quizá interesados»

MIGUEL D. GARCÍA
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«Una contabilidad incoherente, un auténtico desatino, llena de desaciertos e incumplimientos de la norma». Así eran, según los peritos auditores, las cuentas de la Asociación Pro Deficientes Mentales de Puerto Real (Asprodeme) durante el ejercicio 2003, un año antes de que dimitiera del cargo de presidencia su fundador, Diego Periñán, acusado de apropiarse de casi 54.000 euros de los fondos de la asociación y de un delito societario.

Ayer se celebró en la Audiencia Provincial de Cádiz la segunda sesión del juicio contra Periñán y su hijo Francisco Javier (empleado y luego director de Asprodeme, que también está imputado en el proceso). Entre Fiscalía y la acusación particular (que representa a la actual dirección de Asprodeme) piden cinco años y medio de prisión, así como la devolución del dinero a la asociación y dos pacientes. Un día antes, pasaron ante el tribunal casi una veintena trabajadores y los propios imputados, que negaron su culpabilidad.

Desde gafas a una casa

Según la denuncia, el entonces presidente de la asociación utilizó entre 2002 y 2003 dinero de los fondos de Asprodeme para asuntos personales, como la compra de gafas, el pago de cenas (por valor de más de 3.000 euros), regalos de Navidad, viajes personales a Barcelona, multas administrativas y hasta la construcción de una vivienda en la que trabajaron empleados de Asprodeme, presuntamente pagados con cheques de la asociación. Al hijo, por su parte, se le acusa de disfrutar de un préstamo devuelto con capital de la asociación y de recibir una serie de dietas sin justificación. Incluso, de estar contratado sin ni siquiera ir a trabajar. La acusación particular, además, los culpa de falsificar actas de la Junta Rectora de la organización, por ejemplo, para nombrar al hijo director de la asociación en 2003. En definitiva, un maremagnum de faltas que ha generado un sumario de más de 1.000 folios.

A la sesión de ayer fueron llamados a testificar los dos expertos contables que auditaron las cuentas de Asprodeme tras la dimisión de Periñán. Sus informes debían ser claves para documentar si los Periñán desviaron dinero de Asprodeme para sí. Sin embargo, la contabilidad de esos años está trufada de irregularidades que dificultan tal averiguación, según el testimonio de los peritos: faltan facturas, albaranes, recibos de los ingresos de cuotas (se estima que así han «desaparecido» 15.000 euros) ni inventarios de bienes. Tantos son los fallos que, a juicio de uno de ellos, «es imposible que alguien con un mínimo conocimiento contables lo hiciera tan mal» por descuido. El perito sugirió entonces que «quizá» los errores no sean casuales, sino que «se deban a otros interés».

En respuesta a las acusaciones, el abogado defensor alegó que no existen documentos que prueben el desvío del dinero y protestó porque las acusaciones se sustenten en el testimonio de los mismos trabajadores que presionaron la dimisión de Periñán. El abogado defensor exculpó, además, a sus defendidos de los errores de la contabilidad, y achacó estos fallos a la gestoría que se encargaba de este tipo de trámites. Por último, recordó que el papeleo que manejaron los auditores nunca fue aportado por Periñán, sino por la secretaria de Asprodeme y sugirió que la manipulación de los papeles pudo realizarse tras la dimisión de Periñán. La acusación no descarta que, efectivamente, el descuadre de cuentas lo cometiese «una persona con conocimientos contables», pero considera que Periñán lo consintió y se aprovechó de él. El juicio queda visto para sentencia.

mgarcia@lavozdigital.es