El premio de la hipoteca
La cosa está muy mal, fatal, y no lo digo sólo porque las previsiones de crecimiento de la economía se rebajen, porque aumente el paro o porque la inflación se ha disparado. Hoy, en particular, lo digo porque no dejan de asombrarme las múltiples muestras de alegría y de satisfacción que se pudieron observar el otro día entre los que fueron premiados en un sorteo que no es precisamente el del Cuponazo, sino el de una vivienda de VPO.
Actualizado:Algo huele muy mal en nuestra economía si los jóvenes que participaron el pasado lunes en el sorteo de la próxima promoción de una inmobiliaria celebraban que se esclavizan a su banco, que sellan sus ataduras para los próximos 30 años y que entran de lleno en la madurez del currito hipotecado como si les hubiera tocado el premio de 20 millones de euros del sorteo de verano de la Once (ése del que me ha vuelto a dar el pálpito de que tengo el número ganador).
Claro que yo, que ya llevo casi un lustro pagando religiosamente mi casita y que a veces sueño con no estar encadenada al Euríbor, me vi reflejada en estos mileuristas que seguramente se habrán hartado de rastrear pisos y buscar ofertas, que habrán descubierto que sus sueldos no les llega ni para pagar el felpudo de un piso de renta libre y que ya no tienen paciencia para esperar dos años más a que se confirme que el precio de la vivienda va en retroceso antes de independizarse y montar su propio hogar.
Y mientras veía la euforia de los agraciados con una hipoteca de por vida (a lo que luego tendrán que sumar muebles y cocina y lo que venga) no pude dejar de pensar en esos tiempos en los que mi mayor preocupación era cobrar para comprarme mis caprichitos y ahorrar para las vacaciones de verano.