APOYO. Algunos jóvenes, en el campamento. / FRANCIS JIMENEZ
CÁDIZ

Un campamento para trabajar por la integración

Voluntarios y pacientes del síndrome de Asperger convivirán dos semanas en el CP Campo del Sur

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Medio centenar de jóvenes de toda España conviven desde el pasado lunes en el colegio público Campo del Sur, muchos son estudiantes, otros voluntarios y otros tantos pacientes de una poco conocida patología neurológica llamada síndrome de Asperger. Se trata de un trastorno que se parece mucho al autismo, sólo que la ausencia de rasgos físicos visibles que lo identifiquen, hacen de este síndrome un gran desconocido.

«Se trata de un trastorno neurológico que trastorna el desarrollo de las personas que lo padecen. Esto les imposibilita descifrar claves esenciales para relacionarse con los demás», explica Rafael Jorreto, presidente de la Federación Asperger de Andalucía. Entre otros síntomas, los afectados por el síndrome de Asperger tienen dificultades para interpretar el lenguaje corporal o los signos de la cara del resto de las personas. Por ello, esta organización trabaja la integración de estas personas, a través de actividades como el campo de trabajo, que organiza en Cádiz.

En el colegio del Campo del Sur, las aulas de las lecciones de matemáticas se han transformado en dormitorios improvisados, en los que los 50 jóvenes que participan en la experiencia conviven desde el pasado lunes. Allí, los voluntarios aprovechan, entre otras cosas, para arrimar el hombro desarrollando un trabajo social o para conocer desde cerca una de las patologías del sistema neurológico más desconocidos.

Integración

Por su parte, los pacientes de Asperger aprenden a «convivir con otras personas y a hacer amigos», como apunta Belén Llanos, de 32 años, una de las pacientes diagnosticadas. Esta sevillana reconoce que antes de llegar a Cádiz le faltaban las ganas para conocer gente, pero que «poco a poco» se le va pasando, concluye con una sonrisa.

Para Vanesa Rodríguez, una de las educadoras que coordina el encuentro, se trata de «integrar» a quienes tienen dificultades, además, por qué no, de dar un respiro a las familias de los que padecen el trastorno. Y para ello echan mano del juego. «Se trata de trabajar a través del ocio y el tiempo libre», apunta esta educadora. Y aquí los voluntarios tienen un papel fundamental.

Esta iniciativa, financiada por la Junta, con tres gobiernos regionales y el Instituto de la Juventud contó ayer con la presencia de la alcaldesa, Teófila Martínez, que visitó las instalaciones.

esanmartin@lavozdigital.es