Las púas no son un problema

Juan Bello lleva dieciocho años en la esquina de Doña Blanca con la calle Santa María vendiendo en sus mesitas de playa. «No molesto a nadie, y a los comerciantes de los alrededores los respeto a todos porque no me meto a vender productos que tengan ellos». Lo de Juan es el incienso y el carbón, las plantas medicinales y algunas otras cosas que da la temporada. Tomillo, menta poleo o cualquier planta que nos ayude a una buena digestión, por ejemplo.

Ahora el producto estrella es el higo chumbo. De las ariscas chumberas cargadas de púas vienen los magníficos productos que Juan vende en la esquina de Doña Blanca. «Mira cómo tengo las manos y los brazos. Esto es muy duro de trabajar, además a las cuatro de la tarde te ves en medio del campo con unas cañas intentando sacar algo de una chumbera. El último pinchazo casi me lo llevo en el ojo, mira -comenta enseñando el párpado-. Estuve a punto de una tragedia», afirma.

Las señoras que ya conocen a Juan se acercan a ver cómo están de precio los higos. «Estoy muy agradecido a Jerez porque vivo de la gente de aquí. Gracias a mi puesto, puedo llevar a mi familia adelante. Y digo que gracias a mi puesto porque no tengo paga ninguna. Y estoy malo. Pero llevan años negándome una pensión para asegurarme, al menos algo para casa. Son los problemas de las familias. Y mira por donde que yo sí lo necesito porque tengo dos hijos pequeños. Pero me la niegan. Tampoco puedo trabajar porque no estoy bien con reumas y todo eso. Así que hago un llamamiento a ver si puedo tener la ayuda suficiente para que me den una pensión que la tengo acumulada por años cotizados. Lo malo es que en los últimos cinco años », y Juan se emociona.

Habrá que seguir luchando. No queda más remedio. Así que mientras haya una chumbera con sus frutos, por muy agresiva que sea de púas, allí estará Juan Bello para llevar, con dignidad, el jornal a su casa.