
Sastre, principio o fin de una época
A los 33 años ha aprovechado una oportunidad que será difícil que se le vuelva a presentar Iguala en vencedores de su edad a Gino Bartali, Fausto Coppi, Zoetemelk y Armstrong
Actualizado: GuardarEn 1999, cuando Lance Armstrong ganaba su primer Tour de Francia, Carlos Sastre cumplía su tercera temporada como profesional en la ONCE. Desde entonces ha pasado mucho tiempo.
Sastre ha corrido el Tour de Francia en ocho ocasiones. Ha participado en siete Vueltas a España y ha estado en tres Giros, uno de ellos el que ganó Iván Basso, en 2006. A los 33 años se encuentra en un término medio de su vida deportiva, más cerca del final que del principio. ¿Estamos ante el inicio de un ciclo o al final de una época?
No es el primer veterano
Sastre no es un caso que llame la atención en el Tour por conseguir vencer a los 33 años. Si nos remontamos en la historia, Lambot ganó la prueba en 1922, con esa edad. Gino Bartali, el monje volador, lo hizo con 34 años, en 1948. El ciclista que aprovechaba sus entrenamientos para pasar mensajes a la resistencia contra los nazis en la Italia de las camisas negras de Mussolini volvió a correr después de la Segunda Guerra Mundial.
Fausto Coppi, en 1952, también ganó el Tour con la edad de Cristo. Hasta 1980, cuando se impuso Joop Zoetemelk, que ha perdido a su mujer hace unos días, no volvió a ganar un ciclista veterano.
Tenía 34 años. Pasarían veinticuatro años hasta que Lance Armstrong se impondría en el Tour con 33 años. El último que consiguió el americano lo ganó con 34.
¿Quieren decir algo todos estos datos? Antes de llegar a lo más alto, Sastre había sido tercero (2006). Terminó cuarto (2007), octavo (2004), noveno (2003), décimo (2002), vigésimo (2001), vigésimo primero (2005), cuando estuvo a punto de abandonar el ciclismo. El tercer puesto de 2006, después de la descalificación por dopaje de Floyd Landis pasó a ser un segundo. Con doce años en el mundo profesional, Carlos Sastre se inició en el ciclismo de la mano de su padre, Víctor, en la Escuela del Barraco, junto a otros chavales que se llamaban Mancebo, San Román, Lastras, Navas y el Chava Jiménez.
En Picadero Dam
Heredó la tradición familiar puesto que su padre llegó a correr en un equipo llamado Picadero Dam, que dirigía Rafa Carrasco, con Pesarrodona, Martos o Pedro Torres, entre otros. De Carlos Sastre, a pesar de ese segundo puesto, hay que alabar su cabeza, privilegiada, y su profesionalidad. Es muy intuitivo, lo que le ha hecho alejarse de muchos problemas, ver determinadas cosas antes de que se produzcan.
Lleva metido en la bicicleta desde los ocho años, es decir, toda la vida, una palabra que suele repetir mucho. Esa y la de su familia, por la que siente auténtica adoración.
El propio Víctor Sastre ofreció a José Miguel Echávarri, con el que tenía una buena amistad, a varios corredores de la Escuela Ángel Arroyo, como Mancebo, Lastras y Curro García. A su hijo no. Prefirió que le viesen correr antes de ficharle. Cogieron a todos, menos a Curro García.
Curiosamente, a la hora de pasar a profesionales, no lo hizo en Banesto. Se marchó a la ONCE. El cambio en la dirección del equipo de aficionados, lo dejó José Luis Jaimerena, que pasó al grupo profesional, y entró Alfonso Galilea, no le gustó nada a Carlos Sastre.
Cuando firmó con la ONCE, Banesto intentó hacer valer sus derechos, y le denunció. Al final, terminarían dándole la razón al corredor, que por fortuna pudo correr el Tour del Porvenir con su nuevo equipo.
Una evolución notable
Debutó en esa carrera con la ONCE. Acabó en el puesto 25. Fue en 1997. Poco después finalizaría quinto en la Guillermo Tell.
Había dado el gran paso en su vida, cumpliendo una de sus primeras ilusiones. En la ONCE trabajaría para Jalabert, Zulle, Olano y luego también para Joseba Beloki.
En los cinco años que estuvo con Manuel Saiz ganó la montaña de la Vuelta a España el mismo año (2000) que acabó octavo de la general. Sólo lograría un triunfo con ellos, una etapa de la Vuelta a Burgos.
De aquel corredor al actual han cambiado muchas cosas. Tantas, que uno diría que sólo le queda el nombre. Este domingo, en Paris, terminó por cumplir otro de los sueños que se había marcado: ganar el Tour de Francia. En la vida, en muchas ocasiones, los sueños se quedan en una mera ilusión. Los de Sastre se van cumpliendo, incluso el de ganar el Tour con el Chava Jiménez a su lado.