Cádiz y la burocracia
En determinadas ocasiones y a lo largo de varios años la suerte del Cádiz ha estado ligada a decisiones burocráticas. En estas situaciones su permanencia en la Primera División o en cualquiera otra ha dependido más de una resolución de carácter administrativo que de un resultado deportivo.
Actualizado:Es evidente que el Cádiz ha descendido de categoría debido a los «méritos propios» y a los aciertos ajenos, sin embargo pretende mantenerse en la Segunda División jugando sus bazas, no en el terreno de juego sino en los despachos de los organismos dependientes de la Real Federación Española de Fútbol .Desde luego es su derecho y también su obligación. Si al final de todo el proceso, iniciado por sus representantes, se consigue que se reconozcan sus pretensiones todos nos alegraremos aunque de momento tanto el Comité de Competición como el de Apelaciones han desestimado sus recursos. Cuestión distinta es la convocatoria y celebración de una manifestación de apoyo al Cádiz cuyo sentido no se entiende bien. Si lo que se pretende es presionar a un organismo que tiene la obligación de ser independiente, flaco favor se estaría haciendo a la justicia y a los intereses del Cádiz. Por eso, no parece que haya sido oportuna la presencia de políticos en la manifestación. Oportunista, desde luego sí. ¿Qué pensaríamos si los cordobeses se hubieran echado a la calle con la misma finalidad? Seguro que ahora mismo estaríamos criticándolos. En estos casos lo que se necesitan son buenos abogados que sepan hacer su trabajo, Utilizar otros medios para obtener una resolución favorable puede ser hasta contraproducente.
La situación descrita me recuerda la que atravesó nuestro equipo titular a principios de los noventa. El Cádiz, que se mantenía en la División de Honor, en esta ocasión por sus meritos deportivos, estuvo a punto de perder la categoría por una cuestión meramente burocrática. No disponía de recursos económicos suficientes para hacer frente a las exigencias de la Ley de Sociedades Anónimas Deportivas que acababa de entrar en vigor. Hacía falta, como mínimo, una aportación de 300 millones de las antiguas pesetas para su supervivencia en la Primera División. De no suscribirse las acciones correspondientes a ese importe el descenso de categoría, por imperativo legal, era inevitable. El Ayuntamiento, que no podía tolerar una situación que se antojaba injusta, convocó en repetida ocasiones a las fuerzas vivas de la ciudad para hacer frente a un problema que requería una rápida solución. Muy pocos respondieron a la convocatoria y a su compromiso con los colores gaditanos. Algunos políticos, que chuparon cámaras y micrófonos prometiendo lo imposible., hicieron rápidamente mutis por el foro. Las manifestaciones de apoyo, que estarían más que justificadas, brillaron por su ausencia. Al final, fue la Corporación Municipal la que dio la cara en una acertada operación que salvó al Cádiz del descenso al desembolsar los 300 millones que faltaban .Más tarde, como era lógico, fueron recuperados para las arcas municipales.