Hacer cuentas
Seríamos muy desagradecidos si no reconociésemos el mérito del Gobierno, que acaba de admitir el desastre económico cuando todos empezamos a convivir con él. Dentro de muy poco tiempo va a ser difícil dar un paso sin pisar a un parado, pero lo grave será después: cuando los parados pisen a los transeúntes que sigan teniendo la fortuna de conservar sus empleos.
Actualizado:Todo eso nos pasa por empeñarnos en hacer cuentas, que es un asunto tan arriesgado como hacer balance, a cierta edad, de nuestro paso por el mundo. Mejor no ocuparse de ciertas contabilidades, como al parecer ha hecho don Pedro Solbes, que era muy apreciado generalmente hasta que llegó el capítulo final de la fantasiosa novela. Como aquel señor que se cayó del piso 14 y le preguntaron ¿cómo va eso?, el señor Solbes pudo decir «hasta ahora bien». Lo malo ha sido el aterrizaje.
Vivir para ver cómo nos las arreglamos para seguir viviendo. Lo que se empezó negando que fuera una crisis ha cogido carrerilla y ahora se denomina abiertamente «desastre».
Se aventura que en el año 2009, que está a la vuelta de hoja de los calendarios, habrá tres millones de parados y no debemos olvidar que cada guarismo es una tragedia. Las cifras tienen protagonistas, pero ¿quién relata cada uno de estos dramas individuales? Al país de nuevos ricos que éramos hace nada lo ha invadido una marabunta de pobres más o menos amateurs.
Cuando creíamos habitar, si no el mejor de los mundos, uno de los más confortables, nos han puesto una mano en el hombro y otra en el bolsillo para recordarnos lo que en verdad constituye nuestra nacionalidad.
Lo malo es que el Gobierno lo ha hecho con notable retraso y tenemos derecho a confundir el retraso gubernamental con el retraso mental de nuestros gobernantes.