Condena más que injusta
Actualizado:rece años son toda una vida cuando se cumplen en prisión por un delito no cometido. Es lo que revelaba ayer el rostro de Rafael Ricardi al abandonar el centro penitenciario de Topas en libertad condicional, como trámite formal que incrementa la crueldad de la pena a la espera de la revocación definitiva de la injusta sentencia por parte del Tribunal Supremo. Nadie podría meterse en la piel de un ser tan indefenso, acusado y condenado por violación, señalado por la víctima y por las pesquisas policiales, confundido e incluso creyéndose culpable en algún momento, reclamando tímidamente la inocencia con la impotencia del que se sabe paria frente a un sistema implacable. Ninguna compensación económica, ninguna disculpa oficial, podrá resarcirle de tamaña aberración judicial sustentada en tan endeble carga probatoria. Sólo podrá contar con su amor propio y el afecto de sus próximos.