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Las bombas indias

Lo que Colin Powell consideró su obra maestra, o la única digna de pasar a la historia, estuvo a punto de naufragar en la madrugada del miércoles en la India: el Parlamento salvó in extremis el acuerdo nuclear con Estados Unidos, causa de la ruptura de la coalición de gobierno en Delhi y de la moción de censura que el Ejecutivo superó por un puñado de votos.

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En efecto, tras pensárselo mucho e incapaz de convencer al primer ministro Manmohan Singh de que renunciara a la redacción del Acuerdo de Asociación Estratégica con Estados Unidos, que la izquierda ve como la total subordinación de la política exterior de la India a los norteamericanos, los partidos de izquierda nominalmente marxistas rompieron la coalición que da base al Gobierno desde las elecciones de mayo de 2004 y provocaron la moción de censura.

Entre minoritarios regionales comprados con promesas o dinero, un enfermo grave que llegó en camilla para votar o un encarcelado liberado un día para lo mismo el Gobierno ganó por un puñado de votos y, por tanto, la crisis, técnicamente, está superada. Pero lo cierto es que la fractura es tan grave en términos políticos que el fantasma de las elecciones anticipadas sigue planeando como salida inevitable.

El antiguo Secretario de Estado, cuya gris gestión en el primer cuatrienio Bush ha sido explicada por la omnipresencia del equipo neocon que dejaba fuera del núcleo central a los moderados o realistas como él, escribe en sus memorias que el acuerdo con la India, que se atribuye, justifica el periodo.

Es, en efecto, original, una expresión acabada del doble rasero y una exhibición de fuerza porque cubre la condición de potencia nuclear militar de la Unión India (que no ha firmado el Tratado de No Proliferación) y la asume sin más hasta dejarla fuera de todo intento de control (es decir, prescinde de la Agencia Internacional de Energía Atómica, tan requerida en otras latitudes). Y garantiza al tiempo el auge de la industria nuclear civil, centrales y combustible incluidos.

Este cóctel encubría, según la izquierda, una satelización completa de la política india por Washington, que estaría utilizando a la gran nación surasiática contra China, enemigo estratégico de mañana. El Gobierno que aceptó todo esto sigue, salvado por los pelos y la obra maestra de Powell, también. Las dos cosas en teoría, sobre el papel.