ESPAÑA

Bregado en la 'kale borroka'

Arkaitz Goikoetxea perdió tres dedos cuando le estalló un 'cóctel molotov' y entró en ETA tras quemar a dos ertzainas

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El 2 de abril de 2000, cuando sólo contaba con 20 años, Arkaitz Goikoetxea Basabe, el jefe del recién desarticulado 'complejo Vizcaya', dio a las fuerzas de seguridad el primer aviso de hasta dónde estaba dispuesto a llegar en su compromiso con la violencia y el fanatismo. El 'cóctel molotov' que manipulaba en un ataque de 'kale borroka' en Vitoria le estalló en la mano derecha y le amputó tres dedos.

Lejos de replantearse lo que había sido su forma de vida desde los tiempos del instituto, a su salida del hospital y durante los cinco años siguientes protagonizó decenas de actos de terrorismo callejero por toda Vizcaya, fue detenido otras cuatro veces y terminó encarcelado durante meses por la Audiencia Nacional.

Este baracaldés de 28 años fue en los últimos años noventa y durante el primer lustro de este siglo uno de los puntales del terrorismo de baja intensidad, ordenado por ETA, en Vizcaya. Formó parte del grupo que en 2001 tendió una emboscada y abrasó en Portugalete una patrulla de la Ertzaintza y a los dos agentes que la conducían y atacó con decenas de 'cócteles molotov' en 2002 los cuarteles de la Guardia Civil de Galdácano y Algorta. Su historial, almacenado en tres o cuatro sumarios de la Audiencia Nacional y en el Juzgado Central de Menores, suma numerosas quemas de cajeros y ataques a transporte público, material urbano, oficinas oficiales o sedes políticas.

Su determinación era evidente. El punto de no retorno lo marcó la citación, que ignoró el 5 de mayo de 2005, para ocupar el banquillo y enfrentarse a una petición fiscal de 31 años de cárcel por la emboscada y lesiones a los ertzainas. Se convirtió en un prototipo de lo que ha sido la cantera de la banda terrorista en la última década. Acorralado por la justicia y quemadas las diferentes y progresivas etapas de la 'kale borroka', dejó la residencia familiar de Getxo (Vizcaya), cruzó la frontera y llamó a las puertas del aparato 'militar' de ETA para recibir el visto bueno de la formación terrorista y convertirse en un 'liberado', a sueldo de la banda, capacitado para ponerse al frente del único comando estable que ha podido atentar tras el alto el fuego.

Adiestrado por 'Txeroki' y sus lugartenientes en el manejo de armas, la confección de explosivos y los protocolos de seguridad de la banda, volvió al País Vasco junto a Jurdan Martitegi en los primeros meses de 2007 con el encargo de reconstruir la infraestructura terrorista en Vizcaya y liderar a un amplio grupo de 'legales' en una inminente vuelta a los atentados, cantada ya desde la voladura del aparcamiento de la T-4 de Barajas, que rompió 'de facto' la tregua. Durante once meses, ha salvado la cara a una maltrecha ETA con la alternancia de coches y paquetes bomba.

Atentado de Durango

Las fuerzas de seguridad tuvieron noticia de la presencia de Goikoetxea en España desde el primer atentado cometido por su grupo, el 4 de agosto de 2007, cuando los expertos le identificaron como uno de los dos etarras grabados por las cámaras del cuartel de Durango en el momento en que aparcaban el coche-bomba que, minutos después, destrozó las instalaciones e hirió a varios agentes. Un mes y medio más tarde, su imagen también quedó grabada por las cámaras de la comisaría de la Ertzaintza de Zarautz mientras saltaba la valla de seguridad y colocaba la mochila-bomba que después hizo explosión.

La confirmación de su presencia al frente del 'Vizcaya' llegó el 21 de marzo pasado. Los expertos antiterroristas no tuvieron problema para identificar la voz nasal característica de su viejo conocido de la 'kale borroka', modulada por un labio superior partido. No hubo duda de que fue Goikoetxea en persona quien telefoneó a la DYA para avisar de la colocación de un coche-bomba ante el cuartel de la Guardia Civil de Calahorra (La Rioja), que media hora después quebró el inmueble y destrozó la fachada y los cristales de las casas más próximas.

El horizonte de Goikoetxea es ahora la cárcel, la condena a las decenas de años de prisión que intentó esquivar en 2005.