pájara
Mediado julio, la televisión entona su nana habitual para hacernos sestear con la serpiente multicolor. Contamos maillots en lugar de corderitos. Soñamos en alcanzar la cima y sacar cabeza en la foto finish de la meta. Los comentaristas han abierto de nuevo el diccionario ciclista y nos amenizan el oído con la escapada, el avituallamiento, la pájara y el farolillo rojo en un canturreo que nos lleva a los veranos nostálgicos en los que aprendimos a pedalear con Bahamontes, Anquetil y Perico Delgado.
Actualizado:La retransmisión del Tour es uno de los prodigios anuales del mundo de la televisión. Cada día una historia épica en la que el jefe de los caballos de metal que forman el pelotón controla una carrera con un grupo propio de esforzados, que anula escapadas hasta que, en la ladera de la cumbre, se queda en solitario para batirse con los que aspiran a su trono. Etapa a etapa hasta alcanzar el Parque de los Príncipes cuando la capa dorada cubra de honor al ganador final.
Así, día a día, asomándonos en marcha a las carreteras de todo un país. Si quieres mostrar tu país, móntate un tour y sácalo en televisión. El entramado de motos, helicópteros, subidas a satélite, controles de tele y audio hacen del Tour el asunto más complejo que se retransmite cada año. Un modelo de gestión audiovisual que cautiva al mundo con su emisión de varias horas en vivo. Todo pasa y se capta en carretera abierta.
La secuencia que marca la diferencia es cuando las motos captan la lucha entre los hombres de cabeza. El salto del grupo de ciclistas que amenazan al líder. Plano corto de la cara sofocada maillot amarillo, que mañana ya no lo será. No se llega a todo. Nos faltó ver la caída de Pereiro. Pero enseguida acuden las asistencias videográficas para mostrarnos el dolor.
De un tiempo a esta parte, la historia mágica de los caballeros de la bicicleta y el hada televisiva se ha venido emponzoñando con el vocablo maldito: dopaje. Nos ha birlado la escena de la pájara, que parece que ya no la sufre nadie. La gran pájara del Tour ahora se llama «epo».