Es noticia:
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizJerez
LLENO. La iglesia de San Marcos estaba repleta. / LA VOZ
Jerez

La iglesia de San Marcos se quedó pequeña para despedir al padre Carlos

Monseñor Juan del Río ofició el funeral del entrañable sacerdote Destacó su amor a Cristo, su cercanía a los jóvenes y su buen humor

LA VOZ
Actualizado:

Monseñor Juan del Río Martín, arzobispo electo castrense y administrador apostólico de Asidonia-Jerez, fue el encargado en la mañana de ayer de oficiar en la jerezana iglesia parroquial de San Marcos las exequias por el eterno descanso del sacerdote Carlos Manuel González García-Mier, más conocido en la ciudad como el cura Carlos, que fue durante años el párroco de este templo y que falleció el pasado domingo a los ochenta años de edad víctima de una larga enfermedad.

La concelebración de su funeral, que contó con la participación de más de medio centenar de presbíteros diocesanos, tuvo lugar tras unas veinticuatro horas de exposición del féretro con sus restos en una capilla ardiente que, en el propio templo en el que fue despedido el entrañable sacerdote, fue muy visitada por cuantos jerezanos le conocieron y disfrutaron de su entrega pastoral y personal desde un ministerio sacerdotal en el que cumplió ya los sesenta años. Durante la jornada del domingo y las primeras horas de la mañana de ayer fue incesante el tránsito de personas que querían rendir un último homenaje al padre Carlos.

Miembros del Movimiento Scout Católico, que de su mano se asentaron en la Diócesis; fieles pertenecientes al Movimiento de Cursillos de Cristiandad, cofrades de las hermandades de esta amplia parroquia del casco histórico jerezano u otros del Camino Neocatecumenal abarrotaron un templo en el que Del Río desveló el que denominó «secreto del padre Carlos» y que descubrió en su «enamoramiento de Cristo, no se cansaba de hablar de Jesucristo, a tiempo y a destiempo».

El pastor diocesano recordó además que «siempre tuvo la palabra adecuada, incluso cuando la cosa estaba caldeada». Su proverbial buen humor fue referido, en esos términos expresados, como una de sus herramientas más útiles en su acción pastoral. Era González García-Mier alguien que, por encima de todo, tenía una profunda fe: «Las convicciones del cura Carlos eran mucho más fuerte que cualquier edificio», comentó el prelado.

Con la juventud

Una de sus predilecciones fue la juventud: «¿Cuántos jóvenes, en los momentos de turbulencias internas, no perdieron la fe gracias al padre Carlos!». Y lo hacía con aquellos «chascarrillos que aliviaban las aristas y la aspereza». Como en uno los últimos encuentros con el nuevo arzobispo electo castrense que esta mañana recordaba el propio monseñor Del Río: «Desde el lecho del dolor me hizo un pequeño saludo militar y me dijo menuda le ha caído».