SALUTACIÓN. El presidente cántabro, Miguel Ángel Revilla, saluda la placa del nombre del buque. / ANTONIO VÁZQUEZ
Ciudadanos

Día de fiesta en el astillero

Satisfacción en Matagorda entre la multitud de autoridades que acudieron a la factoría

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No se trataba de una fiesta, pero el ambiente era, sin duda, festivo. La ocasión no era para menos. El astillero de Matagorda ponía a flote el primer gran buque militar que sale de su factoría. Desde la reconversión naval de 2004, que supuso la defunción de Izar y el nacimiento de Navantia, las instalaciones puertorrealeñas comenzaron a trabajar en la construcción de embarcaciones militares. Aún quedan 14 meses para que se realice la entrega definitiva a la Armada, pero el día fue de celebración.

Todos los asistentes estaban contentos. Los responsables de la constructora naval estatal, por ser quienes han hecho realidad la obra; los mandos presentes de la Armada, porque los trabajos avanzan y la entrega de este nuevo barco está más próxima; el presidente de Cantabria, porque llevará el nombre de su comunidad -sobre la que dijo que atesora el origen de la Armada-; su esposa, Aurora Díaz, por haber ejercido de madrina; el consejero de Empleo de la Junta, Antonio Fernández, y el diputado socialista Rafael Román porque los astilleros de la empresa pasan por un momento dulce en el que cuentan con la mayor carga de trabajo de su historia; y suma y sigue.

Marchas militares, dos pasadas de dos aviones Harrier y sirenas de las instalaciones sondando al unísono. Representantes de las armadas venezolana y noruega, también contentos. Para cerrar el círculo de tanta sonrisa y satisfacción sólo hubiera faltado que el presidente de Navantia, Juan Pedro Gómez, hubiera anunciado la obtención de algún suculento contrato que prolongara la carga de trabajo para los astilleros gaditanos más allá del horizonte del año 2012.