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SEGUNDO. Nelson Piquet eleva los brazos después de conseguir entrar en meta tras Lewis Hamilton, campeón de la carrera. / AFP
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Nelsinho hace feliz a Renault

El brasileño acaba segundo por una carambola y Alonso undécimo en el triunfo de Hamilton El piloto británico lidera el Mundial en solitario aunque le sigue de cerca Massa con 4 puntos menos

J. C. C.
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Sólo faltó un positivo por dopaje o un embarazo no deseado para que la tarde de Fernando Alonso en Alemania se archivase en los almanaques dentro de la categoría de cataclismo. Descendió como preveía del quinto puesto en la parrilla hacia atrás, cosechó la peor clasificación de la temporada al terminar una carrera (undécimo), ganó el piloto de la Fórmula con el que menos sintoniza (Lewis Hamilton, el diablo para la afición española) y, en el colmo de los colmos, fue Nelsinho Piquet, su compañero de equipo, el que izó los colores de Renault en el podio por primera vez en 2008. Hockenheim queda catalogada como la carrera para olvidar en un año para enviar igualmente al trastero.

Se anunciaban siete meses de tormentas, curso sabático, de tránsito hacia no se sabe dónde, pero la borrasca para Alonso sobrepasa el peor de los pronósticos. Todo sale mal para él. El balón va al poste, la bicicleta se pincha en el último kilómetro, el tiro sale por la culata. Entre la elección de un equipo que no carbura al nivel de los grandes, un coche que no pita y un piloto confundido que no da con la tecla para cambiar el signo del viento, las sinergias entre Renault y Alonso se van diluyendo entre tanto chubasco.

El coche sale mal, dice el asturiano, tiene problemas de tracción, no hay motor, etc, etc. Pero es lo que hay, el resultado de la opción escogida allá por el invierno. Y, encima, por una de esas casualidades que a veces desmitifican la lógica aritmética de la Fórmula 1, Nelsinho Piquet encuentra un trébol de cuatro hojas bajo el bosque del estado de Baden-Wutemberg.

«Tuvimos suerte con Nelsinho y el coche de seguridad», mantuvo Briatore. «Fue un golpe de suerte», analizó a Alonso. «Sé que tuve suerte, pero también fui rápido», ratificó alegre Nelsinho Piquet, cuyo mérito fue incuestionable al margen de la fortuna. A última hora, ya con el podio a la vista, rodó en los registros que marcaban los Ferrari.

La buenaventura del brasileño consistió en una de esas carambolas que se vuelven farragosas en las explicaciones de las gentes de la Fórmula 1 y que, simplificadas, parecen mucho más sencillas. Piquet decidió parar una sola vez y lo hizo en la vuelta 36, justo unos segundos antes de que el accidente de Timo Glock provocase la salida del coche de seguridad. Cuando el pelotón se hubo formado, se abrió el pit-lane y todos los coches aprovecharon para echar gasolina. Piquet no lo hizo porque acababa de llenar el tanque. Así, desde la antepenúltima posición que ocupaba por delante de los dos Force India de Fisichella y Sutil, rebasó a todos. Y ya no volvió al garaje para sorpresa general. Fue el único que realizó una estrategia de una parada.

Se ha convertido en costumbre que la concurrencia de la F-1 adelante a Alonso como lo que es este año, uno más en el escalafón intermedio. Lo hizo Kubica en la salida, Raikkonen por motor y velocidad, Vettel y Glock en los repostajes... Sin opción de nada, el asturiano navegó con más pena que gloria por Hockenheim, invisible para los objetivos.

Hamilton ganó pese a su equipo. McLaren se disculpó con el líder del Mundial tras un fiasco con la manguera. Él tampoco paró cuando la carrera estaba neutralizada por el coche de seguridad. Lo hizo después, con todos los lobos lanzados sobre la pista. Iba primero y salió quinto, detrás de Heidfeld, Piquet, Massa y Kovalainen. Obligado a repostar el alemán, Hamilton adelantó a los otros tres en un fenomenal viaje por las últimas diecisiete vueltas.

Kovalainen no es Alonso. Entiende donde está, asume su papel secundario y no protesta. Se puede garantizar que no echó el resto para impedir que su compañero le superase. A Massa se lo merendó Hamilton por pilotaje. En la mayor frenada del trazado dijo hasta luego y pese al empeño furioso del brasileño por recuperar su poltrona, el inglés cerró las puertas y enfiló a Piquet. El segundo brasileño no quiso ni establecer un pulso no fuera a perder el primer podio de su vida. Hamilton ganó por voluntad y coraje y tiene cara de ganador del Mundial. Raikkonen anda con sus tribulaciones a cuestas y BMW ha desaparecido del grupo jerárquico. Ese hemisferio inalcanzable este año para Alonso.