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Del Titi Twister al Baluarte ALBERTO FERNÁNDEZ CÁDIZ

Puede que este chico llegue algún día a alcanzar el rango de legendario (no al punto de su ídolo Hendrix, claro está), pero para ello, Lance Lopez, sólo tiene que ser como Lance Lopez. Lo que demostró el pasado sábado en el Baluarte de la Candelaria, en el marco del XII Festival La Isla Blues, es que estamos ante un auténtico virtuoso de la guitarra. Y compartía cartel nada menos que con Tito & Tarántula.

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La cita comenzó a las diez de la noche con la actuación de los teloneros, Kool, sin duda la banda más modesta del programa que, a pesar de su corta historia, se mostraron sólidos en el escenario. De su actuación destacó, especialmente, la voz de Verónica Díaz y la pureza del rock que interpretaron.

Tras un leve descanso, le llegó el turno a Lance Lopez Band. Saltaron a las tablas Tony Valdez (bajo), Cody Norman (Batería) y el tal Lopez (guitarra y voz) a la cabeza. Es increíble como pueden armar tanto ruido tres tíos solos. El grupo desplegó, al particular estilo tejano, todo un repertorio repleto del rock más clásico, blues y funk (sus influencias le delatan: Albert King, B. B. King, Freddie King, Chuck Berry, Elvis, Ray Charles, Jimi Hendrix, Eric Clapton y un largo etcétera). Interpretaron, entre otras: El Paso sugar, Drinkin´ my blues o Kool Iron Bed. Lance Lopez, alma máter, dejó boquiabiertos al respetable con su depurada técnica para «aporrear» la Stratocaster, su velocidad endiablada («no parece que tenga dedos, parece un muñón», comentaba uno de los asistentes) y la energía que transmitió durante toda la actuación. Consiguió entusiasmar al público con sus largas improvisaciones, dándole mil y una vueltas al concepto de punteo, incluso utilizando su propia lengua como púa. Y es que después su larga trayectoria abriendo conciertos para leyendas aún vivas como B.B.King, Jeff Beck y Steve Vai, se advirtió un guitarrista que pide paso para subir a la palestra junto con los mejores.

El plato fuerte de la jornada llegó con la aparición de aquellos siniestros mariachis que tocaban al son que le marcaba el contoneo de las caderas de Salma Hayek, la gran Satánica, estrella de aquél nada bizarro cementerio de camioneros que sólo la mente de Robert Rodríguez pudo imaginar. Tito & Tarántula conectaron con el público desde el principio; sin duda, el conocimiento del idioma por parte de Tito Larriva, cantante, guitarrista y líder de la banda, facilitó mucho las cosas, incluso algunas voluntarias y voluntarios, llegaron a compartir escenario con él durante la interpretación de After Dark, tema que todos esperaban, - "bueno, esta es una canción que todos seguro que conocéis - comentó Tito antes de que sonaran sus primeros acordes».

Sin embargo, no estamos hablando de un músico efímero que vivió sus minutos de gloria a raíz de sus trabajos para la gran pantalla, Abierto hasta el amanecer o Desperado por citar los más relevantes, sino todo lo contrario. Se trata de un compositor e interprete de dilatada carrera que ha pasado, siempre con éxito, por diferentes estilos musicales, lo cual le hace que sus directos brillen a gran altura, y el sábado, en Cádiz, dio buena fe de ello.

Sin duda, además del ya mencionado After Dark, los temas que más hicieron vibrar al respetable, muy participativo en todo momento, fueron Angry cockroaches, canción que también forma parte de la banda sonora del mismo film de Rodríguez, y que «enchampelaron» con La cucaracha (ya no puede caminar, ¿recuerdan?) y el clásico de Richy Valens La bamba, que interpretaron en el único bis con que obsequiaron al público.

A falta de Hayek

El resto de la banda, formado por Alfredo Ortiz (guitarra), Steven Hufsteter (batería) y Caroline Lucy La Loca Rippy (a falta de Hayek, y salvando las distancias, enormes distancias, La Loca dio todo un recital de contoneo detrás del bajo), no desentonó en absoluto dentro de ese oscuro y tenebrista estilo de Tito.

Sin duda alguna, en la noche del pasado sábado en Cádiz, Tito & Tarántula, dieron muestras suficientes de porque son considerados una de las mejores bandas de rock fronterizo de la actualidad.

Al final más de cuatro horas de estupendo funk, blues del bueno y rock del mejor, que dejaron al personal que asistió con un buen sabor de boca y con ganas de seguir escuchando el sonido distorsionado de las guitarras bien tocadas.