Ciencia Ficción
Actualizado:Ciencia ficción y de la buena es de lo que venimos disfrutando durante los últimos días en Cádiz. Ya no vivimos bajo el manto de la gigantesca roja y gualda que los populares nos han metido con calzador, sino bajo el de la mediocridad y los falsos profetas. Y todo por unos colores que nunca habían alcanzado un nivel tan ínfimo de calidad desde que el 15 de junio se dictara sentencia. Orwell, Wells, Bradbury, Asimov...,cualquiera de ellos hubiera dado un brazo y parte del otro por seguir vivo y utilizar este club como argumento para uno de sus relatos. Hemos pasado de ser la afición más colorista y simpática a una amorfa masa que -una vez perdida buena parte de su dignidad- deambula al son de quienes mueven los hilos con su gaditanismo de pacotilla. No es llamativo, sino más bien demencial que ahora no se escatime un euro por hacerse con los servicios del jurista más prestigioso para arreglar en un tribunal lo que durante tantos meses se hizo tan mal sobre los terrenos, precisamente por no rascarse el bolsillo. Una artimaña más para que el rebaño (numeroso, ruidoso y conformista como cabría esperar de este cadismo del siglo XXI) siga al buen pastor y éste evite su merecido castigo, engañando a los más bobos con el argumento de lo injusta que es la ley con el que ha sido el tercer peor equipo de la categoría. La jornada 43 -surgida de la chistera para que unos tengan en qué ocupar su ociosa y poco cultivada mente y otros desvíen la atención de la peor gestión que se recuerda por estas tierras- sigue jugándose en distintos frentes, a cual más ridículo. El próximo episodio bien podría conducirnos a una guerra civil entre gaditanos y cordobeses, a mayor gloria de quienes se han empeñado en convertir el fútbol en un basurero a donde van a parar todos sus defectos y miserias. Personajes que cuanto menos sentido del ridículo manejan, más patéticos y dañinos acaban resultando.