
La UE espera que Irán dé un giro alentador a su cerrazón nuclear en la cita de Ginebra
Javier Solana y el negociador de Teherán se reúnen hoy en presencia de un enviado de Estados Unidos
Actualizado: GuardarTres años después de la reactivación del programa nuclear, Irán podría estar dispuesto a congelar su actividad atómica durante unas semanas como muestra de buena intención hacia la comunidad internacional. No es la primera vez que la diplomacia occidental consigue frenar las aspiraciones nucleares de la república islámica. El 15 de noviembre de 2004, cuando Hasán Rohani era el negociador iraní y el moderado Mohamed Jatamí el presidente, Teherán detuvo sus actividades atómicas de forma voluntaria, tras un acuerdo con los embajadores de Reino Unido, Francia y Alemania.
Aquel primer parón de las actividades de enriquecimiento de uranio duró siete meses, el tiempo necesario para la celebración de elecciones presidenciales y la llegada al poder de forma sorpresiva de un desconocido llamado Mahmud Ahmadineyad. El líder fundamentalista ha convertido desde entonces el enriquecimiento de combustible nuclear en su gran apuesta para unir a todos los iraníes en torno a un nacionalismo tecnológico y hacerles remar en la misma dirección.
En el transcurso de sus tres años al frente del Ejecutivo iraní, Ahmadineyad nunca ha hablado de crisis nuclear, el término que emplea medio mundo para referirse a las actividades iraníes. «¿Qué crisis? La energía nuclear es nuestro derecho y nadie nos puede privar de ella», ha insistido el presidente una y otra vez en sus incontables discursos. Por otro lado, sin embargo, nunca ha cerrado la vía diplomática: «Dialogaremos desde un punto de vista lógico y, si aceptan nuestro derecho como punto de partida, cooperaremos», ha señalado en diferentes ocasiones.
«Fines pacíficos»
Ahmadineyad reactivó la carrera nuclear «con fines pacíficos» -como siempre ha defendido- y tachó a Rohani y a su equipo de «cobardes» por ceder a las presiones de Occidente. La comunidad internacional, por su parte, elevó el caso al Consejo de Seguridad de la ONU en febrero de 2006, bajo una fuerte presión de Estados Unidos. El Consejo ya ha impuesto tres rondas de sanciones contra Teherán desde entonces.
El pasado 14 de junio, Javier Solana, representante de política exterior de la Unión Europea, entregó una propuesta a Irán con una serie de incentivos a cambio de la suspensión de su programa nuclear. En la reunión de hoy en Ginebra se verá si Irán acepta la hoja de ruta marcada por Solana para buscar una salida a esta encrucijada, o si mantiene la postura inamovible de los últimos tres años.
Además de Solana, Said Yalili, el jefe de la expedición iraní, compartirá mesa con William Burns, el diplomático enviado por el departamento de Estado de EE UU que, aunque «no tendrá capacidad negociadora, sí tendrá la oportunidad de hablar», según la portavoz de la Casa Blanca, Dana Perino. La diplomacia gana de momento la partida a los tambores de guerra. Quedan seis semanas cruciales por delante en las que Irán debería detener el enriquecimiento de uranio y el Consejo de Seguridad de la ONU suspender las sanciones, según la oferta europea.
Incentivos
A partir de ahí, el objetivo marcado por el equipo de Solana consiste en ofrecer una serie de incentivos económicos, tecnológicos y comerciales a la república islámica para que clausure la planta nuclear de Natanz y se comprometa a comprar uranio a un consorcio internacional, renunciando a fabricarlo en suelo iraní. Si Irán da este giro, parece que el mismísimo 'Gran Satán' estaría dispuesto a abrir una sección de intereses en Teherán, al estilo de la que Estados Unidos tiene en La Habana, tras casi 30 años desde la ruptura de relaciones diplomáticas con el Irán revolucionario. Incidiendo en esta postura, la secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice, consideró ayer que cualquier país puede cambiar su rumbo y agregó que «Estados Unidos no tiene ningún enemigo permanente».