El adiós a los dos soldados hebreos dispara la rabia y el dolor en Israel
El forense certifica que Goldwasser murió en el choque con Hezbolá y Regev por un tiro en la cabeza
Actualizado:Israel enterró ayer a los reservistas Ehud Goldwasser y Eldad Regev entre el dolor profundo por su destino trágico y la rabia por las celebraciones que recorrían la geografía de Líbano tras los pasos del 'héroe de la resistencia', Samir Kuntar. En medio del drama, la sociedad judía tuvo el consuelo de conocer que los militares nunca padecieron dos años de captura: el informe forense del Ejército constataba ayer que el primero de ellos falleció en el choque con Hezbolá, el 12 de julio de 2006, víctima del proyectil de lanzagranadas que alcanzó su vehículo militar, y que hirió a Regev, asesinado en el acto de un disparo en la cabeza cuando probablemente trataba de huir. La tensión emocional -atragantada desde que 24 horas antes Hezbolá entregara los ataúdes negros con los cuerpos de los dos militares- se disparaba en los cementerios de Nahariya y Haifa ante la imagen rota de la viuda de Goldwasser, Karnit, y los conmovedores mensajes de dignidad de los familiares en los sepelios.
«Me presento ante vosotros con la mirada alta y una petición: que os mantengáis en pie y levantéis vuestras cabezas con orgullo nacional», pedía con entereza la madre del mismo soldado, Miki, la que con mayor fuerza había albergado la esperanza de un final feliz para la captura de su hijo. «Estoy orgulloso de este país por el trabajo realizado para traerte a casa, estoy orgulloso de ti, Eldad,... un verdadero patriota», proclamaba con la voz quebrada el hermano de Regev.
Orgullo, orgullo y orgullo, repetido en todos los discursos, en todas las proclamas, fue el sentimiento al que la sociedad judía se agarró ayer para tratar de conjurar la humillación del canje de la victoria de Hezbolá e intentar diluir el agrio debate desatado en Israel por el alto precio pagado a la milicia enemiga.
«Imprescindible»
«La negociación firmada no fue ni buena ni mala, sólo imprescindible», escribía en el diario 'Yedioth Ahronot' el columnista Yair Lapid. «Aquel que piensa que hubo otras posibilidades se engaña a sí mismo. Hezbolá negoció teniendo en cuenta nuestras debilidades... Es cierto que son más calculadores, pero ¿quién quiere ser de Hezbolá?.... La clamorosa discusión sobre si cerramos a buen precio o no, mejor dejarla para cuando compremos un coche».
Los medios de comunicación hebreos se ocuparon de referir el paseo de gloria de Kuntar hasta su aldea natal, Aaby, muy cerca de Beirut, agasajado como un dios. Allí, el más legendario de los cinco prisioneros libaneses excarcelados en el canje habló para declararse heredero de Imad Mughniyeh, el mítico jefe de Seguridad de Hezbolá asesinado en febrero en Damasco, y de su propia leyenda.
«Juramos a Dios continuar tu camino -dijo refiriéndose al 'mártir' Mughniyeh- y no rendirnos hasta alcanzar la misma talla que Alá te confió (...), ahora estoy más decidido que antes a encontrarme otra vez con el enemigo israelí... Es una ilusión pensar que esta lucha tendrá fin».