Editorial

Cita a preservar

La reunión prevista entre el presidente Rodríguez Zapatero y el líder de la oposición Mariano Rajoy para el próximo 23 de julio, acordada por ambos el pasado domingo, pareció desatar ayer un cruce de declaraciones por parte de dirigentes populares y socialistas que lejos de favorecer un encuentro fructífero podrían conducir a una entrevista excesivamente tensa. Es lo que cabría temer si segundos espadas de cada formación prosiguen hoy y en días sucesivos con ese pulso de mutuas exigencias. La exasperante lentitud del inicio de la presente legislatura, explicable si acaso por los procesos congresuales que han vivido los dos grandes partidos, no sólo demandaba un pronto encuentro entre ambos líderes. Precisaría además que en la Moncloa se diera curso a la necesaria coincidencia entre el Gobierno y el PP en cuantos temas han sido objeto de la confrontación pasada y constituyen elementos nucleares para el funcionamiento del Estado, para la convivencia y para el bienestar de los españoles. Así, es de esperar que el miércoles de la semana que viene gobierno y oposición puedan acordar las bases para la reforma de la Justicia y para la renovación del Consejo General del Poder Judicial y del Tribunal Constitucional, fijen criterios que comprometan a ambas partes en materia anti-terrorista y en materia de inmigración, y establezcan pautas compartidas para la actuación de las instituciones frente a la crisis económica y para lo que éstas puedan aportar y pedir al diálogo social. Aunque es indudable que la ciudadanía evaluará los resultados de la cita especialmente en función del grado de sintonía que a partir de la misma muestren Zapatero y Rajoy en materia económica.

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Puede ser lógico, e incluso puede favorecer el entendimiento, que Gobierno y Partido Popular adelanten públicamente tanto las propuestas que desearían acordar con su interlocutor como las expectativas que albergan de cara al encuentro. Pero ni parece recomendable sobrecargar ante la opinión pública una agenda de por sí ardua pormenorizando en eventuales iniciativas que difícilmente dará tiempo a discutir, ni desde luego es responsable que la exposición previa de las mismas se convierta en un emplazamiento mutuo y reiterado.