TODOS. Grandes y pequeños acudieron juntos. / O. CHAMORRO
SAN FERNANDO

La Magdalena vivió su noche grande con visitantes de toda la provincia

Miles de personas llenaron las calles del recinto, con la mejor versión del festejo; durante el día, las comidas de empresas y familias poblaron el ferial Los caballos serán hoy los protagonistas en el concurso de enganches

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Pasó la gran noche de la Feria del Carmen y de la Sal y lo hizo dejando de nuevo en el recuerdo de los isleños buenos momentos, bailes, encuentros con viejos amigos y algún que otro agobio para acceder a las casetas instaladas en el recinto. Algo normal porque ayer se congregaron miles de personas en La Magdalena procedentes de toda la provincia. Hay que reconocer que para las localidades vecinas, la fiesta de San Fernando ha perdido el esplendor de años anteriores, sobre todo, por la falta de algunas tradiciones como la portada del real. Muchos gaditanos vecinos la echaron en falta y los primeros comentarios fueron de sorpresa al no encontrarla instalada. La crisis y los nuevos tiempos rompen quizá las tradiciones, pero no las costumbres, y así el lugar de encuentro de muchos sigue siendo la zona «donde estaba la portada», como todos llaman ya al lugar.

La jornada diurna en esta ocasión fue algo más concurrida que en años anteriores. Los caballos ya hicieron acto de presencia ayer. Sin embargo, no será hasta hoy cuando regresen al recinto para para lucirse por las calles del ferial. En La Magdalena se podrá ver tanto a los jinetes de paseo como el vistoso concurso de enganches, un espectáculo que atrae cada año a gran cantidad de público. Otro de los concursos con más éxito es el gastronómico, que transforma este año las delicias de la Bahía en platos dedicados a las Cortes. Las viandas constitucionales pusieron color a las numerosas comidas de empresas y asociaciones que tuvieron lugar ayer.

Pese a la actividad del ferial durante el día, las arterias de la Magdalena no llegaron a llenarse de personas hasta las ocho de la tarde debido al calor y las costumbres. Es entonces, al caer el sol, cuando la Feria se transfor- ma y muestra su verdadera cara. De noche las calles se convierten en un hormiguero de gente, música y algarabía. Ayer, a ciertas horas, caminar por las calles del ferial se convertía en una verdadera hazaña.

La feria de noche

El Paseo volvió a ser el lugar de encuentro de los jóvenes y el más concurrido. La música se mezclaba con la voz del gentío. Y encontrar a un conocido se volvía una tarea, a veces, imposible entre la muchedumbre. Y es que ayer era la noche en la que la mayoría de los isleños aprovechaban para visitar su Feria. Las casetas también vivieron su día de máximo esplendo en una noche en que las mesas se conviertieron en un bien defendido con uñas y dientes por la multitud de familias que acudieron a disfrutar la cena. Los más pequeños volvieron a mostrar su asombro por las luces. Y las atracciones registraron multitudinarias colas de espera. La paciencia se convirtió, sin duda, en una virtud más de la noche.