Irán: Washington se contiene
Estados Unidos parece interiorizar poco a poco que un ataque a Irán solo empeoraría las cosas y, bien analizado el código de señales utilizado por su clase política, se advierte allí una fuerte predilección por los medios diplomáticos para resolver las diferencias con Irán.
Actualizado:Ayer, y por segundo día consecutivo, el ejército iraní procedió a nuevos lanzamientos de misiles, esta vez de noche y en el estrecho de Ormuz, un mensaje de que su amenaza de cerrarlo a la navegación en caso de bombardeo americano o israelí, dispone de los medios adecuados para hacerse realidad.
La V Flota, con base en Bahrein y cuatro portaviones en el área, lo reabriría por la fuerza en pocos días, eso es también seguro, pero entre tanto, el petróleo habría alcanzado precios inimaginables e insoportables. Y el reproche a Washington sería un clamor mundial en días de recesión económica.
En Irán lo saben, como saben que en febrero habrá un nuevo presidente en la Casa Blanca y que, tanto si es Obama como si es McCain, estos presupuestos se mantendrán. El candidato republicano, de hecho, ha reaccionado de modo profesional y contenido, con la cantinela habitual de preferir la presión diplomática y sopesar la acción militar solo como un último recurso.
Obama, por su parte, propone hablar directamente con los iraníes, como sugirió también ayer el respetado senador Joseph Biden, presidente del comité de asuntos exteriores. No se extrañen si más pronto que tarde Washington lo acepta (y, de paso, deja a Obama sin la exclusiva). El procedimiento podría ser que Condoleezza Rice se uniera ya a una negociación directa, aunque colectiva (el cinco más uno y los iraníes) antes de abrir una negociación bilateral EE UU-Irán.
En ese momento, Washington tendría que dar garantías políticas al régimen iraní, cancelar su hostilidad y, tal vez, reconocer que apoyar tanto al depuesto shah no fue una de las decisiones más preclaras de la diplomacia norteamericana. Y sobre Israel, el mensaje ya está enviado: todo el mundo interpreta las palabras del almirante Mullen, jefe del Estado Mayor conjunto, en el sentido de que no puede permitirse un tercer frente como una aclaración de que los israelíes no tienen luz verde americana para bombardear por su cuenta.