Cinco horas con rafa
Las copas siempre relucen y si son de color dorado mucho más. Y si se recogen de noche mucho más porque apenas se iluminan con los flashes de los fotógrafos. En el país de la rigurosidad, de la puntualidad más rigurosa, del careto impertérrito del gachó que custodia a la Reina en el Buckingham Palace, de la seriedad de la prensa amarilla, del agente de la Interpol que te pone una multa de 300 euros por comer pipas en la calle o de los bares donde, cuando vas como supporters no se pueden levantar copas, alguien se saltó el protocolo por levantar una copa.
Actualizado: GuardarEn el país donde dijeron que las mujeres españolas tenían bigote, el de los volantes en la derecha, el del liazo del príncipe Carlos con la Camilla que por lo visto to los domingos se la...., el del mangazo de Gibraltar, el del otro mangazo (el del Mundial del 66) gracias al cual levantaron una copa, alguien se saltó el protocolo por levantar una copa.
En el país de los duques de Kent, el de los recogepelotas que se llevan todo un año entrenando y encima tienen que aguantar la carantoña de la mujer del duque, el del público más selecto que ni se inmuta, entre otras cosas, porque no tiene un tenista grande al que aplaudir, el de la gachí que después de cinco horas jugando es capaz de preguntarte que cómo te encuentras, el de la lona esa verde que sacan más veces que los terraceros de Muñoz Arenillas sus sillas y terrazas, y el de los gachones que sí pueden levantar copas y destrozar terrazas cuando viajan por el extranjero, alguien se saltó el protocolo por levantar una copa.
En el país de la corrección, los políticamente correctos se tuvieron que rendir ante el mejor. De novela. Más que cinco horas con Mario fueron cinco horas con Rafa, pero con principio y final feliz.
P.D. En el país de la hora menos, algunos terminaron 60 minutos aplaudiendo.