Riccó le salva la piel a Saunier Duval y deja a Alejandro Valverde sin opciones
Kirchen, nuevo líder, el cuarto desde que empezó la prueba, al caerse Schumacher No hubo casi diferencias en una llegada en la que la dureza llegó por el ritmo
Actualizado: GuardarEl mánager del equipo Saunier Duval, Mauro Gianetti, recibió mientras se estaba disputando el Dauphiné Liberé un sms en su móvil de Riccardo Riccó: «Si no le quito el puesto a nadie me gustaría correr el Tour de Francia». Un día antes había dicho lo mismo en las páginas del diario italiano La Gazzetta dello Sport. Riccó, que estaba de vacaciones, albergaba algunas dudas. El primero que le ayudó a que se disipasen fue su masajista, Roberto Pregnolatto, que también fue masajista de Marco Pantani.
Le explicó que el año que Marco ganó Giro y Tour se presentó en la línea de salida del Tour con una sola carrera en sus piernas.
Riccó, que no terminaba de verlo muy claro, habló con Claudio Chiapucci, que le animó a que viniese a Francia. Y se presentó en Brest. No es que estuviese bien o mal. La verdad es que nadie sabía cómo se encontraba.
Su ídolo había sido Marco Pantani. Eso le animó. Tiene el gesto altivo. No lo disimula porque es así. O le coges o le dejas tal y como es. Al menos eso dicen en su equipo, Saunier Duval. Da el aspecto de los que transmite: un tirado hacia delante, tanto en la carretera como fuera de ella.
El ganador en Super Besse, por delante de Alejandro Valverde, le ha solucionado el Tour a Saunier Duval, que llevaba acumulando desgracias desde que comenzó la carrera. Primero fue Ángel Gómez, Litu. Luego, el francés Aurelién Passeron. Demasiadas fatalidades en pocos días.
El nuevo líder, el luxemburgués Kim Kirchen, sacó partida de la caída que tuvo Stefan Schumacher, que golpeó con su rueda delantera la rueda trasera del corredor alemán. Él y su compañero Bernhard Kohl, perdieron el equilibrio y terminaron en el suelo. Kirchen les sacó veintiocho segundos, tiempo más que suficiente para que el primer puesto de la carrera cambiase por cuarta vez de dueño. Sólo le separaban doce segundos del primer puesto.
Riccó, segundo en el Giro de Italia, detrás de Alberto Contador, con el que mantuvo alguna polémica, llegó al Tour de rebote. No tenía previsto correrlo. Ha querido correr en Francia y en su segunda incursión en la prueba ha conseguido vencer.
La llegada era ideal para él. Super Besse es una ascensión que parece una bajada. No tiene nada de dureza, salvo los dos kilómetros finales. Se subió a ritmo con un equipo, el Caisse d' Epargne, haciendo todo el trabajo en la parte final. Alejandro Valverde estaba recuperado de la caída del día anterior y con él se la jugaron. Pereiro le hizo un gran trabajo: «Pegaba mucho viento de cara y cuando me he quitado de la cabeza del grupo, nadie lanzaba la carrera. Todo el equipo ha trabajado mucho». Valverde reconocía que «Riccó está muy fuerte. La pena es que no he podido rematar el trabajo del equipo».
Las diferencias expresan lo que fue esa subida, en la que más daño que la dureza del terreno, llegó por el ritmo, los ataques que se lanzaron. Leonardo Piepoli se movió a cuatro kilómetros de la meta, para desgastar al Caisse d' Epargne. Riccó aprovechó un ataque de Frank Schleck para atacar. Nadie le pudo sobrepasar.
La cobra asestó un golpe que no podía tener respuesta. Riccó, el eterno polémico, que se ha enfrentado a todo los hombres importantes del ciclismo italiano, está dibujando, a los 24 años, una de esas carreras que se presentan ilusionantes.
Su latigazo, por eso le llaman la cobra resultó letal para Valverde y la salvación para su equipo. Es el cuarto líder de la carrera.