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Estudiantes para el verano
Estudiantes y profesores inician estos días un particular vía crucis veraniego que culminará con los exámenes de septiembre
Actualizado: GuardarTambién existen estudiantes a los que les toca clavar los codos mientras escuchan los salpicones de agua de aquellos que hicieron los deberes en el curso y ahora disfrutan de las vacaciones. Antonio tiene catorce años y no parece asustarle eso de tener que estudiar, al menos, un par de horas al día durante los dos meses de verano. «Me han quedado cinco asignaturas, pero no está mal porque así no pierdo contacto con los libros», comenta con cierta gracia mientra describe una mueca como sonrisa y prosigue con los ejercicios.
Para digerir los tragantones de aritmética de Antonio está Miriam, una profesora que trabaja en verano porque «no tengo plaza fija. Lo mejor es trabajar en una academia, pero es difícil coger una plaza, así que me lo he montado este año por mi cuenta y tengo algunos alumnos a los que voy a darles clases a sus hogares».
En el salón de la casa se ha creado un cierto ambiente de estudio. Las televisiones han callado, al menos, por dos horas. La familia ha salido a hacer unas compras y el silencio reina por todos los rincones de la vivienda. Miriam corrige unos ejercicios a su alumno y le da ciertas nociones y consejos en algunos fallos que ha detectado.
Problemas
Vuelta a empezar con otra oleada de ejercicios. Momento que aprovecha la profesora particular para explicar que «es difícil porque cada alumno es un mundo. A algunos se les detecta ciertos conflictos porque la edad no es la más adecuada y en algunas ocasiones son momentos de cierta tensión en la familia. Muchos se quedan sin vacaciones porque uno de los hijos ha venido repleto de cates».
Es la vida del estudiante veraniego. Alumnos de Primaria, Secundaria y ESO comienzan en estos días un calvario que se alargará hasta el mes de septiembre, donde intentarán aprovechar lo desaprovechado en los meses del curso. «Cuando llega el invierno también salen algunas clases de refuerzo, pero la temporada, para nosotros, es la de verano. Ya estoy acostumbrada a quedarme prácticamente sin vacaciones», concluye Miriam.