«Yo no quiero armas en casa, pero parece que hace falta tenerlas»
El tiroteado de la calle Colibrí ha sido el primer herido grave en ser dado de alta; confía en que «encuentren a los culpables»
Actualizado:Manuel S. F., de 43 años, regresó ayer a su casa del Marquesado, aunque aún tiene la pierna derecha hinchada por los impactos de perdigones y afirma sentirse «fatal, hecho polvo». Es el primero de los tres heridos graves en el tiroteo del pasado sábado que recibe el alta y sale del Hospital Universitario de Puerto Real. Los otros dos son la madre y el hermano de la joven asesinada, Tamara Leyton, que permanecen en el centro sanitario evolucionando de sus heridas favorablemente.
Después de cuatro días, Manuel no deja de preguntarse por qué a él. «Yo no tengo nada que ver, debieron equivocarse», repetía ayer, al ser preguntado por las diferentes hipótesis que se barajan desde la investigación. Ni el crimen pasional, ni el robo, y mucho menos el ajuste de cuentas por razones de droga, aunque este móvil se incluyó al aparecer en el sumario de un antiguo caso de drogas, cuando era militar en la Armada. Él aclara aquel hecho del pasado de manera rotunda: «Eso fue un problema que hubo en un barco hace diez u once años, donde encontraron hachís. Yo era el jefe de cocina. Pero ahí se acabó el tema. Ni estoy fichado, ni tengo antecedentes, ni tengo nada. No tengo nada que esconder». «Conmigo, por lo menos no hay ajuste de cuentas», se reafirma. También insiste en aclarar que no mantiene ningún vínculo con la familia de la joven Tamara Leyton, más allá de que algún miembro le visitase estos días en el hospital.
Desde hace 13 años vive solo en una finca del Marquesado, donde posee dos viviendas, en la calle Colibrí. Buscaba allí la tranquilidad de esta barriada rural, apartada de todo, donde «apenas tenía relación con los vecinos».
El sábado rompieron esa tranquilidad los dos asaltantes que tras intentar entrar en una de sus casas, le dispararon. Él recuerda el suceso como «algo muy rápido, apenas dos minutos». Ahora, incluso se plantea reforzar la seguridad de sus casas: «Antes tenía un revólver. No quiero armas en casa, pero parece que hace falta tenerlas». Sólo espera que la Policía encuentre una pista que les lleve a detener a los culpables e intentar olvidar el asunto cuanto antes: «Pasé un cáncer hace tres años y ahora he sido tiroteado, pero lo que más me duele es que la gente especule sobre mi implicación en todo esto», reconoce.