«De momento tiro con la familia, pero no sé qué pasará mañana»
Zulema Garrido tiene a su cargo a dos grandes dependientes y lleva seis meses esperando una respuesta sobre la concesión de ayudas
Actualizado: GuardarLa mañana que Avraham Trakhtman, israelí de 63 años, resolvía el «Problema de la Ruta Coloreada», que había permanecido sin solución durante 40 años, Zulema Garrido, gaditana de Espera, preparaba a su hermana Ángeles con parálisis cerebral para ir al centro especial, tras levantar a su madre, que apenas tiene movilidad y darle el desayuno a sus dos mellizos de siete años que se iban al colegio. Eso sin perder la sonrisa ni la vista el mostrador de su despacho de pan. Si a Avraham le hubieran cambiado el famoso problema por una situación similar tal vez la paciencia no le hubiese dado para tanto.
Así es el día a día de una cuidadora con dos personas a cargo con dependencia severa. Para esta gaditana de 44 años todas las mañanas son iguales desde que su madre empezó a resentirse de los huesos y a perder movilidad. «A mi hermana la he ayudado toda la vida», asegura Zulema, que siempre la recuerda igual. Ángeles padece una fuerte parálisis cerebral desde que tenía ocho meses como consecuencia de una meningitis, que la incapacitó en un 90% Cosas que pasan.
«Su vida es muy tranquila: por las mañanas va a un centro especial y vuelve a las 16.30, a veces tranquila y otras más nerviosa, depende de la jornada», añade su tutora. La de Zulema es más movida. Ella sola se encarga de atender a su madre y su hermana con las que vive. Las baña, las viste y les prepara la comida. Cuando se le presenta algún contratiempo, es otra de sus hermanas la que la sustituye. «Nunca ha entrado nadie en mi casa y hasta ahora hemos ido tirando, pero una ayuda no me vendría mal», reconoce. La familia Garrido solicitó varias ayudas de la ley en enero, pero aún no ha tenido notificación. «Entiendo que somos muchos y los trámites serán complicados, pero aún así, creo que van con un poco de retraso», se lamenta.
El mayor temor de Zulema es que dentro de unos años no pueda sola con sus familiares y no contempla el ingreso en residencias como una opción. Ahora confía en que la nueva norma le dé una solución cuando los años o el cansancio comiencen a hacer mella en el día a día.
«Hasta ahora el único respiro que tengo es en agosto cuando dos de mis hermanas se llevan a Ángeles el mes completo para que cambie de aire y pueda ir a la playa», relata esta gaditana, esperanzada en que con el tiempo llegue la ayuda. Tocará seguir esperando, mientras los políticos se felicitan por los resultados.