cristalina luz de zahara
Sigue siendo el hombre el mayor destructor de la madre naturaleza; sigue siendo el hombre el más irracional de las especies a la hora de sucumbir a su propio destino. Y es que aquellos destinos vírgenes que la naturaleza aún conserva se ven tristemente prostituidos por la omnipresencia del ser humano, auténtico enjambre de termitas dispuestas a sembrar el caos a su paso. Las playas de Zahara (espejos de luz gaditana) poseen ese patrimonio rico en matices auténticamente naturales. Su agua, de cristal fino, nítida y limpia como las aguas de aquellos riachuelos de montaña. Son todo un regalo para la piel y sus sentidos. Sus olas son gigantescas caracolas de espuma que juguetean con esa orilla de arena fina.
Actualizado: GuardarZahara la pintoresca, la pescadora, la salvaje. Edén de todo Adán y Eva desnudos, pues desnuda es su esencia de enamorado elixir. En Zahara me olvido de todo y de todos, incluso de mí mismo. Soy aquel yo que un aciago día perdí y ya sólo encuentro en ciertas orillas. Así es Zahara y su luz; la pena y su gran condena es que la mano del hombre comienza a derruir tan virginal paisaje.
El hombre construye y ocupa esas zonas de belleza verde para levantar casas sin respetar una riqueza que no tiene por qué entender de papeles ni leyes. Todo debe de tener límites, pero parece que el dinero lo corrompe sin remordimiento. Donde el hombre siembra sus venenosas ideas, la naturaleza comienza a secarse.