Del fanzine al estrellato
Paco Alcázar (Cádiz, 1970) inició su andadura comiquera elaborando chistes siniestros que apostaban por el gore pringoso, el sexo enfermizo y la mutación de la carne. Fanático de la cultura basura, amante del cine psicotrónico, el terror y la serie Z, sus truculentos inicios, donde ya se hacía notar un estilo inconfundible en fondo y forma, fueron derivando hacia un modus operandi más sofisticado, in-fluenciado por plumas ilustres del tebeo independiente americano como Charles Burns o Daniel Clowes. La editorial de literatura Random House Mondadori ahora apuesta por el cómic, y acaba de lanzar El manual de mi mente, un álbum que recopila diez años en la carrera de un autor que ha refinado considerablemente su grafismo desde sus comienzos, siempre fiel a su espíritu, sin abandonar sus filias, dando rienda suelta a un universo personal donde conviven personajes dementes, ineptos y desesperados.
Actualizado:«Preparar el libro me ha servido para echar la vista atrás y darme cuenta de lo que ha ido cambiando y lo que ha permanecido igual en todo este tiempo», explica el autor de Escarba, escarba y Moho. «Tenía muy claro lo que quería incluir en el libro y lo que prefería dejar fuera. No es una recopilación, es una selección de lo que más me gusta de estos años».
El volumen incluye el inquietante tebeo Todo está perdido, rescatado para la ocasión, la serie Mecanismo blanco, creada por el autor para El Víbora, y un buen montón de material extra, hasta ahora disperso en fanzines y publicaciones alternativas diversas.
Los aficionados completistas están, por tanto, de enhorabuena. Alcázar está encantado de haber publicado en una editorial que habitualmente publica libros.
En 'El Jueves'
Ha notado la diferencia. «Para el último álbum que publiqué, le di unas fotocopias de mis páginas al editor, él lo distribuyó más o menos como pudo y me dio a cambio 150 euros. Para este libro, he firmado un contrato, me han dado un adelanto, he tenido corrección de textos, he elegido el papel, el tamaño... Además, gracias al departamento de prensa ha salido reseñado en mil sitios y encima se puede encontrar en cualquier librería, incluso no especializada». Algunos deberían aplicarse el cuento.
El hecho de editar El manual de mi mente c on una empresa diferente permite a Alcázar buscar nuevos lectores. «Si pretendo seguir ganándome la vida dibujando, más me vale que así sea», exclama. «Mi situación ideal sería reunir poco a poco a un público que, aunque no sea muy numeroso, sea lo suficientemente fiel como para permitirme seguir publicando tebeos en buenas condiciones». Cada semana publica en las páginas de El Jueves. «Entrar en ella significó dedicarme profesionalmente a dibujar», afirma rotundo sobre el semanario de humor.
«Me cambió la vida totalmente. La historia fue que llegó un momento en que tenía que buscar un nuevo trabajo y pensé en probar suerte en la revista. Nunca me había planteado seriamente la posibilidad de entrar en El Jueves. Estaba convencido de que la temática de mis tebeos no les interesaría nunca y de que además yo sería incapaz de seguir un ritmo de publicación semanal. Por suerte, me equivocaba en las dos co-sas». Su personaje estrella, Silvio José, ya cuenta con numerosos fans. ¿Qué queda de los comienzos en plena efervescencia fanzinera en los años 90? «Las ganas de que la gente lea lo que hago. Eso es curioso, porque siempre he pensado que podría hacer música para mí sólo, pero estoy seguro de que nunca haría tebeos si no hubiera lectores. Por otra parte, los fanzines han sido muy importantes para mí. Gracias a ellos, en una época mis tebeos llegaban a gente de todas partes. En un momento en el que no había Internet y las distribuciones eran muy desastrosas, los fanzines eran una buena manera de dar a conocer tu trabajo y ponerte en contacto con gente a la que le interesaba lo que hacías».
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