Sociedad

Y además... vagos

Mientras España prepara su mes de pereza oficial y la UE propone la semana laboral de 65 horas, datos de absentismo, chistes y cuplés mantienen vivo el mito de la flojera de los gaditanos ¿Sólo un tópico?

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De los gaditanos se ha dicho casi de todo: graciosos de plantilla, maricones -en el prejuicio no cabe la corrección política-, malhablados... Y vagos, sobre todo vagos, más que la chaqueta de un guardia, flojos como un muelle de guita. Para algunos es una leyenda, otros creen que responde a una filosofía de vida, algunos incluso recurren a la ciencia para explicarlo y otros basan sus chistes o cuplés en ese prejuicio. Mientras tanto, la etiqueta se extiende por los cerebros de medio mundo junto a otros clásicos como el vasco capaz de partir muros de cemento con la frente sin quitarse la boina, el catalán tacaño o el gallego ambiguo y reservado que sube y baja a la vez.

La primera en la frente. Según el grupo Wintermann de agencias de detectives y especializado en casos laborales, Andalucía está a la cabeza de España (y Cádiz a la cabeza de Andalucía) a la hora de escaquearse del trabajo. El estudio hecho por esa empresa fijó en primavera que los gaditanos son los que más se ausentan del trabajo en Europa, con razón o sin ella, con una baja justificada o conseguida de aquella manera. Es el único respaldo real que tiene lo que puede considerarse un cliché. Juan José Téllez se gana la vida observando y contando lo que ve en el conjunto humano que es Cádiz, en el que se mueve como miembro de honor.

El último reto del es-critor ha sido explicar, y explicarse, los estereotipos de Cá-diz, unas conclusiones que expone en Teoría y praxis del gadita (Almuzara). De las conclusiones de Wintermann, el periodista saca la suya propia: «No sé si Cádiz está a la cabeza de España en absentismo laboral, pero se-guro que gana en absentismo empresarial». Por lo demás, ataca el estereotipo por el lado filosófico.

«Existe una corriente de pensamiento europea que se deriva del calvinismo y que cifra el éxito a través del trabajo como la conquista del paraíso. Dios -dice Téllez- señala a los elegidos con la fortuna y esa fortuna viene del trabajo».

Los gaditanos en su conjunto al menos, no están ahí, es obvio. «Existe otra corriente más antigua derivada de la hedonista pa-gana que sugiere la celebración de la vida». Ahí sí que está Cádiz con alguno de sus máximos exponentes de la filosofía de sus aceras como Ignacio Espeleta, el mismo que le respondió a Lorca, cuando le preguntó sobre su vida laboral aquello de «¿trabajar yo? ¿Si yo soy de Cádiz!»

«La cosa es que Espeleta estaba trabajando en ese momento», re-cuerda el escritor, que apunta a que la verdad pudiera estar en una «síntesis de las dos corrientes». En ese punto estuvo también Paul Lafargue, yerno de Marx, que es-cribió Elogio de la pereza, «aún no se sabe si para hacer un favor o una putada a su suegro».

Definitivamente, para el columnista de LA VOZ, Cádiz está más cerca de Lafargue y de Espeleta que de la Eurocámara, que ahora propone que la semana laboral pase de 48 horas a un máximo de 65. «Yo echo muchas horas al día trabajando, pero me gusta pensar que tengo el supremo derecho de no echarlas», dice. Y si hay finalmente hay pereza, «se trata de un deber, más que un derecho, sobre todo si se tiene en cuenta la política económica de la Bahía, con una cultura industrial suicida». En su opinión, con los sucesivos expedientes de regulación de empleo «no existe más alternativa que el subsidio. Mu-chos sordos querrían seguir trabajando en Astilleros».

Opinión científica

Si Téllez ataca por la filosofía, Francisco José Gala León prefiere explicarse con la ciencia por bandera. Es catedrático de Ciencias Psicosociales de la Universidad de Cádiz, doctor en Medicina y licenciado en Psicología. En su opinión, la visión del gaditano más flojo que el tabaco holandés «encaja perfectamente con la psicología del prejuicio», un concepto que se remonta a los tiempos de los romanos y que consiste en «significar una idea preconcebida que no está constatada en la realidad». «Es una actitud hostil hacia un personaje que pertenece a un grupo y que asume todas las condiciones indeseables que se atribuyen a ese grupo», explica. En esa actitud prejuiciosa, Gala León distingue tres componentes: «El cognitivo, que es el estereotipo; el afectivo, que se traduce en el rechazo y el conductual, el más peligroso, que produce la discriminación».

Es ese primer esterotipo «un cliché muy sencillo, muchas veces peyorativo que no suele ser cierto». Y pone varios ejemplos: se dice que el día de más calor es el de San Lorenzo, el 10 de agosto -por lo del santo en la parrilla-. Las estadísticas lo contradicen: las temperaturas más altas son en junio y julio, nunca en agosto, cuando los días empiezan a ser más cortos y el sol recalienta menos tiempo.

De ahí en adelante. Las francesas son «casquivanas y fáciles» -dice el doctor-; para los norteamericanos, los polacos son estúpidos; los negros, sucios, y los de Córdoba hacen chistes sobre los de Fernán Núñez. Todos los españoles se burlan de lo rústicos que son en Lepe o los argentinos de los gallegos, que son todos los españoles a los que sus bromas pintan como brutos, tontos y desaseados.

Y los gaditanos, por supuesto, según esas reglas invisibles, son vagos redomados. «Alguno habrá, desde luego, pero no deja de ser algo no contrastado».

Según el catedrático, muchos trabajan por encima de la media española, algo que suele afectar a los empleados menos cualificados, que abundan en Cádiz más que en otras zonas de España, como consecuencia de un mayor índice de fracaso escolar. Aunque si al psicólogo se le menciona el famoso informe de Winterman sobre el récord de absentismo en Cádiz, admite que puede existir, más que vagancia, «cierta desidia».

Claro, que de ese defecto -neglicencia, inercia, según la RAE- los gaditanos «no son culpables, sino víctimas por las carencias de in-dustria, infraestructuras, empresas...». Gala León va más allá cuando habla de la culpabilización de la víctima. «En los juicios, como en los prejuicios, el defensor del acusado pretende que la víctima sea culpable, dice que la chica violada se lo merecía por llevar la falda muy corta, que se insinuaba». Además, existen otras razones para esa desidia. «Si a un niño le dices desde pequeño que es tonto y que no llegará a nada, probablemente nunca llegue a nada, deja de luchar». Esto provoca, para el psicólogo, «una desmotivación obvia» que se une al «paternalismo del Estado de Bienestar». La gente «prefiere chupar de la teta».

Carnaval, televisión, chistes, coletillas... Gala León analiza las bromas que los propios gaditanos llevan bandera sobre su supuesta pereza, un camino que han tomado en el dilema entre «las dos vías posibles: el honor o el humor. Afortunadamente, se lo toman así. Si cogieran otro camino, podrían irse a las barricadas», subraya.

«Hacen una caricaturas, asumen ese propio rol y ahí entran el Carnaval, las bromas y la Semana Santa». Y ciertos monólogos, que el profesor considera personalmente «de dudoso gusto. Aunque su intención es hu-morística, el receptor puede no verlo así, sino como una reafirmación del prejuicio».

Cuestión de humor

Tony Rodríguez es un pujante cómico, habitual de la Paramount y otros canales. Es uno de los mejores monologuistas del momento. Pisa el es-cenario embutido en una camiseta del Cá-diz y en sus números no vende precisamente la capacidad de es-fuerzo del gaditano. «Yo digo que no es que en Cádiz no haya trabajo, si no que sabemos esquivarlo», adelanta el humorista, que advierte que el tema de la pereza «sólo ocupa unos cinco minutos» de la hora que dura su espectáculo.

Pese a que explota la vertiente más divertida del tópico, asegura que en España la fama de flojos no es para los gaditanos y sí para los andaluces «en general y por desgracia». Y no cree que sus bromas sean negativas para el esteotipo: «Si yo creyera que es malo para la imagen real del gaditano, no lo haría» asegura. «En todas partes hay gaditanos que trabajan muchísimo», dice. Y él se sitúa entre ellos.

También José Guerrero, Yuyu, conductor de un exitoso programa deportivo nocturno en Canal Sur Radio, pregonero de la mayor fiesta gaditana y celebrado autor de Carnaval, se suele apuntar cada año al clásico de los cuplés sobre el gaditano flojo. «Es una leyenda, no es cierto», dice el responsable de chirigotas míticas como Los borrachos, Tampax Goyescas o Los Palomos. En sus repertorios nunca falta un tirito a la pereza del lugar. «A las chirigotas nos acusan de ser fuente del tópico pero, en todo caso, lo único que hemos hecho es darle publicidad a un mito que ya existía. Desde luego, no somos flojos. Quizás existe en Cádiz una concepción distinta del trabajo. No lo vivimos como una asfixia, sino para disfrutarlo. Con ganar para vivir tranquilo, un poco de pescaíto y un paseo, es suficiente», apunta con sabiduría y orgullo.

Algunos incluso, tratan de darle al asunto siquiera un ápice de seriedad. Es el caso de Juan Luis Muñoz, Sabio de Tarifa, que comenzó a trabajar cuando tenía seis años al cargo de 527 cochinos en Facinas. «Yo no valgo para estar sin trabajar, los demás, no sé», asegura el restaurador. Preguntado por eso de que todos los gaditanos son flojos, responde: «No, no, no todo el mundo trabaja en un ayuntamiento o en Diputación».

¿Perezosos? ¿Lentos?... No de pensamiento, desde luego.