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La excavadora, un símbolo

Nunca sabremos si el palestino que ayer atentó contra ciudadanos israelíes en Jerusalén y mató a cuatro de ellos había escogido su enorme 'bulldozer' para arremeter contra un autobús y coches particulares, pero el atentado remite a la excavadora como lo que ha llegado a ser en la tragedia local: un arma. En efecto, Israel la utiliza masivamente para todo y desde luego para arrasar viviendas de palestinos alguno de cuyos miembros hayan participado en ataques terroristas. La práctica, condenada por las instancias jurídicas internacionales, ha hecho populares, si vale decirlo así, a los 'bulldozers'. Y en un caso paradigmático, el de Rachel Corrie, alcanzó tuvo gran repercusión.

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Rachel era una joven activista norteamericana de un movimiento de solidaridad con las familias cuyas casas estaban siendo demolidas durante la segunda Intifada y cuando se oponía a un derribo fue arrollada por una excavadora militar Caterpillar, muriendo el 16 de marzo de 2003.

El escándalo fue mayúsculo y añadió más pérdidas de credibilidad a Israel y sus procedimientos de lucha antiterrorista entre otras cosas porque el caso de Rachel dio lugar a una pieza teatral que, aunque boicoteada a fondo en los circuitos comerciales de alto nivel, ha podido ser vista, por ejemplo, en Londres.

Es obvio que la excavadora, como el rifle o el cuchillo, dependen de la voluntad de quien los maneja y el palestino, residente en Jerusalén-Este y fichado por la Policía israelí, según se informó, solo quería matar israelíes y tal vez utilizó la máquina porque la tenía a mano, sencillamente, en una zona de obras de remodelación del centro de la ciudad, en el área de la calle Jaffa.

Pero es seguro que el arma caracterizará este atentado y lo situará, de modo por completo imprevisible, en el registro simbólico que allí, como en otros conflictos, es muy relevante y cuidado por los beligerantes. De hecho, a la empresa Caterpillar le costó el 'caso Corrie' ciertas complicaciones cuando algunos accionistas institucionales muy minoritarios, pero con derecho a hablar en la junta, sopesaron la posibilidad de dejar la empresa.