Europa interpelada
La cumbre de jefes de Estado de Mercosur, celebrada ayer en la ciudad argentina de Tucumán, se convirtió en un foro crítico con la reciente directiva de la Unión Europea sobre el retorno de los inmigrantes ilegales al expresar su unánime rechazo a la misma. La contrariedad por no reconocer el principio de reciprocidad histórica, señalando que ciudadanos de países que acogieron antaño a los europeos pueden verse repelidos o sometidos a repatriación forzosa por los actuales miembros de la Unión, supuso un reproche moral de los participantes en el encuentro ineludible especialmente para los españoles. Junto a ello, cabe destacar la inquietud mostrada por los mandatarios latinoamericanos por las restricciones en cuanto al reagrupamiento familiar y el potencial xenófobo que puede albergar toda medida restrictiva de los flujos migratorios.
Actualizado: GuardarLa claridad del pronunciamiento no se hizo eco de acciones como las sugeridas por el presidente venezolano, Hugo Chávez, quien se mostró dispuesto a aplicar en su país una ley que obligara al retorno de las inversiones europeas en el mismo. Pero la crítica latinoamericana quiso dar de lleno en el corazón europeo al concluir que la falta de apertura de nuestros mercados a los productos de los países emergentes es causa de las migraciones. La Unión Europea tiene argumentos para replicar o matizar punto por punto el rechazo de la Cumbre de Tucumán, empezando por cuestionar el supuesto de los deberes que la Historia nos adjudicaría a los europeos o por discutir sobre el origen y las condiciones que propician la desigualdad social y el éxodo económico. Pero es indudable que la declaración de Mercosur obliga a la UE a iniciar un diálogo con aquellos países que palie los perjuicios que pudiera conllevar la aplicación de la directiva.