Cambio sin cambios
El XXXVII Congreso del PSOE de este próximo fin de semana, que debe celebrarse estatutariamente ahora, al cumplirse cuatro años del anterior, que tuvo lugar a principios de julio del 2004, ha sido certeramente descrito por un cronista catalán como el del «cambio sin cambios». En efecto, aunque la cúpula dirigente quiera rehuir la autocomplacencia de la victoria electoral reciente y aprovechar esta ocasión para innovar el partido orgánica e ideológicamente, es evidente que el enclavamiento ideológico actual del PSOE, que fue plasmado en el programa electoral con que el partido pidió el voto a los electores, tiene un carácter contractual con ellos y no puede ser súbitamente alterado.
Actualizado:Ha habido un verdadero aluvión de enmiendas a las ponencias que, según fuentes del propio partido, pretenden en su mayor parte imprimir un giro a babor a la formación política, pero el Gobierno y el aparato, estrechamente vinculados, frenarán esta vehemencia y orientarán tanto los debates como las conclusiones a una revisión teórica de los grandes fundamentos ideológicos de la izquierda, sobre todo en los novedosos retos que hoy plantea la política: inmigración, globalización, igualdad y cambio climático.
Aunque tales mudanzas, que de momento no tendrán una aplicación práctica, puedan considerarse asuntos de interés sólo para iniciados, es patente que de la misma forma que el PP ha aprovechado su reciente congreso para ubicar una nueva imagen propia en territorios más centrales -lo que ya está generando cambios sustantivos en el sistema de relaciones entre los grupos políticos-, también el PSOE deberá proyectar un rostro y un perfil que lo caractericen. Por sentido común, el viaje al centro del PP debería llevarlo a profundizar en los contrastes y, por lo tanto, a izquierdizarse; sin embargo, todo indica que José Luis Rodríguez Zapatero optará por mantener las pautas generales de moderación que ha adoptado en esta segunda legislatura y por resaltar apenas algunas características singulares que usará para marcar distancias. A ello tienden los cinco apartados de la ponencia marco, estructurados en 478 puntos, que versan precisamente sobre más y mejores derechos para la ciudadanía, globalización económica y nuevo modelo productivo, cambio climático, nuevas políticas e instituciones para la igualdad y «un modelo de partido para la nueva sociedad».
Ese «nuevo modelo», que se plasmará en una renovada ejecutiva de la que desaparecerán aproximadamente la mitad de sus miembros, supondrá una discreta e incruenta renovación generacional que vendrá facilitada por la potenciación del Consejo Político Territorial, coordinado por el presidente de Castilla-La Mancha, José María Barreda, en el que estarán los presidente regionales (o personas de su confianza) y los secretarios generales del PSOE de las comunidades en que estén en la oposición. El presidente catalán, José Montilla, ya había anunciado hace meses su deseo de abandonar la Ejecutiva socialista, puesto que considera incompatible esta pertenencia con su ocupación institucional al frente de un gobierno de coalición.
Si muchas de las conclusiones del congreso serán teóricas y abstractas, pueden tener sin embargo verdadero interés práctico las relacionadas con el nuevo modelo productivo dinamizado por el Estado que reclama la globalización, y que forman el núcleo de la ponencia. El reto del realismo económico ante una competitividad internacional creciente y una energía cada vez más cara obliga a la lucha por la productividad y a la exploración de nuevas fuentes energéticas: las renovables y también, probablemente, la energía nuclear. No hay que descartar que el Congreso sirva para dar algún tímido paso en este sentido, en línea con una reclamación que ya formulan algunas caracterizadas voces del PSOE, Felipe González en primer lugar.
El «cambio sin cambio» puede, en fin, representar nuevos pasos en la construcción de una socialdemocracia sin complejos y muy conectada con las aspiraciones sociales, como continuación de una primera legislatura en que la transformación social ha sido una realidad innegable que ha servido de referencia a las demás izquierdas europeas y que ha provocado aquí algunos cambios positivos que ya no tienen vuelta atrás.