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«Hay que marcharse cuando las cosas van bien»

Luis Caballero Florido ha resuelto la siempre difícil sucesión en la empresa familiar y a sus 74 años y «en plena forma», decide pasar a la categoría «senior», dice, y dejar la primera línea y el estrés para los nuevos ejecutivos. «Hay que irse cuando las cosas van bien -declara- y me marcho con la satisfacción de haber multiplicado por 25 el capital familiar en estos 30 años de trabajo».

L. V.
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Caballero pasa a la presidencia de honor de la compañía dos semanas después de anunciar la compra de La Ina, Botaina, Río Viejo, marcas emblemáticas de Domecq, «que hay que reavivar», y cuando Caballero tiene afianzada su presencia en América. «Tras la importante expansión lograda en el sector de las bebidas, con una proyección internacional muy intensa, que requiere un equipo de primera línea», dice, «ahora es prudente hacer una política de diversificación en otros sectores, y eso le tocará al nuevo presidente». La diversificación, avanzó, se dirigirá hacia el sector de alimentación.

Sexta generación de la saga bodeguera radicada en El Puerto, Luis Caballero cree haber logrado una «dirección profesional objetiva, que piense en la compañía, manteniendo el equilibrio familiar», algo nada fácil. «En los negocios familiares hay que ceder la antorcha cuando las cosas están bien, no aferrarse al sillón -indica-. Controlar la sucesión es un signo de responsabilidad y la primera obligación de un buen presidente».