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SOMOS DOSCIENTOS MIL

Contra la crisis...

El que ha sido considerado el científico más importante del pasado siglo XX, Albert Einstein, lo tenía absolutamente claro cuando formuló una frase que ha pasado a la historia: «en tiempos de crisis, la imaginación es más efectiva que el intelecto». Esta frase, que posteriormente ha ido adoptando diversos enunciados, implica que ante las situaciones complicadas, un esfuerzo de imaginación puede suplir cualquier paquete de medidas económicas que todo un gobierno sea capaz de poner en marcha.

ILDEFONSO CÁCERES
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Y les cuento ello, pues hablando de crisis e imaginación, no debo pasar por alto el derroche imaginativo de que ha hecho gala nuestra primera Autoridad, Alcaldesa a la sazón, al ordenar que en la primera de las rotondas que existen en la Avenida de Europa se planten viñas.

¿Cómo? Si, si, ha leído bien. Esta rotonda, emplazada en la misma Avenida de Europa, una vez se entra a ella desde la rotonda de los caballos de colores, tras pasar bajo las vías del tren, ubicada en una zona de muchísimo transito gracias a la masiva presencia de superficies comerciales, ha sido plantada con varias filas de nuestra preciada planta: la vid. Esa planta de la familia de las vitáceas, de tronco retorcido, vástagos nudosos y flexibles, hojas alternas grandes y partidas en cinco lóbulos puntiagudos, flores verdosas en racimos, y cuyo fruto, como bien conocen es la uva.

La idea no es en absoluto descabellada. Las hipotecas por las nubes; no hay problema. El IPC disparado, será para los vecinos de otras localidades. El gasóleo triplicando su valor respecto a un par de años atrás, a quien le importa si desde ahora nuestras Autoridades van a utilizar un suelo urbano tradicionalmente desaprovechado, como es el de las rotondas, para plantar en ellas multitud de vides.

Así que, desde aquí, va mi ración de ánimos y complacencias hacia las Autoridades que tan genial idea han tenido, a fin de que continúen echando imaginación al asunto. Basta ya de tanto monumento megalómano encumbrado en la rotonda, con esculturas sin pies ni cabeza. Basta ya de rotondas de Epi y Blas, que pretenden enseñarnos a contar del uno al siete, ignorando que los jerezanos, como poco, hasta cien sabemos contar. Basta ya de toritos y caballos herrumbrosos (que crían o tienen herrumbre) que tanto afean nuestro patrimonio

Y como ya hemos comenzado con las uvas, sean desde ahora bienvenidos tomates, lechugas, pepinos, cebollas, escarolas, brócolis, ajos, remolachas, zanahorias, coles, lentejas, nabos, puerros, guisantes, rábanos, apios, coles, berenjenas, judías verdes, calabazas, patatas, árboles frutales en sus múltiples variedades y plantas comestibles en general, llamados a adueñarse de nuestra ciudad. Nuestro ínclito Ayuntamiento, osado donde los haya, ha dado con la tecla de la mágica solución que palie los efectos de la crisis. Ya no habrá problemas en aumentar el salario al Jefe de Alcaldía hasta hacerlo cobrar más que si Coronel fuera; no importa. Las previsiones económicas que pueden generar estos improvisados cultivos, a los que desde ahora deberán irse acostumbrando a ver adornado nuestra ciudad, suplen con creces cualquier subida salarial que el Ayuntamiento proponga.

Jerez, ciudad de ciudades, ciudad del deporte, ciudad del caballo, ciudad del transporte, ciudad de la madre que la parió, también será la ciudad de la verdura, la ciudad de la fruta, la ciudad cuyas rotondas se verán colmadas de sanos y sabrosos productos a repartir amigable y gratuitamente entre sus vecinos. ¿Alguien dijo crisis?

Por cierto, y finalizando con un cambio radical de tercio, dado que abiertamente me proclamo poco amante de eso del fútbol, debo confesar que desde este pasado domingo nombres como Luís Aragonés, Casillas, Torres, Pujol, etcétera, y como no, el jerezano Güiza, su madre o la abuela de Casillas, han pasado a formar parte de mi léxico habitual. Lo que treinta años de democracia no han logrado: que podamos ondear felices y sin complejos la bandera nacional, incluso en el mismísimo centro de Bilbao, por fin se ha conseguido gracias a once futbolistas dándole patadas a un balón a tres mil kilómetros de España. ¿Felicidades!