Lo de Chuquisaca
Cualquier turista informado llega a Bolivia advertido del asunto de 'las dos capitales' (La Paz y Sucre) y para evitar complicaciones se pliega al artificio de describir a la primera como mera 'sede del gobierno' y esa situación explica en gran parte lo sucedido el domingo en Chuquisaca, cuyos habitantes infligieron otro serio revés al presidente Morales. Lo de Chuquisaca tenía, más allá de la pugna entre el oficialismo (Movimiento Al Socialismo) y la oposición (Alianza Cívico-Institucional) un interés triple: a) ha ganado la gobernaduría una india y ex militante del indigenismo pro-Morales, Savina Cuellar, que será la nueva prefecta tras derrotar holgadamente a Walter Valda; b) no se votaba en un referéndum técnicamente ilegal sobre la autonomía del departamento, como han hecho ya otros cuatro; c) revive con firmeza el sentimiento pro-devolución a Sucre de la capitalidad del Estado.
Actualizado: GuardarTal capitalidad fue trasladada por la fuerza en 1899, tras la victoria de los liberales en la llamada Guerra Federal, de hecho una breve guerra civil motivada por intereses mineros. Se dejó allí la sede de todo el aparato institucional y de Justicia, incluyendo los Tribunales Supremo y Constitucional y la Fiscalía General, pero el Parlamento se instaló, con el Ejecutivo, en La Paz. Los habitantes de Chuquisaca nunca lo aceptaron y siempre que se lo han permitido han reivindicado la vuelta de la capitalidad a Sucre, una preciosa ciudad con un visible y cuidado pasado colonial. Este argumento ha sido esgrimido sin tregua por Cuéllar que, además, anuncia su intención de proponer para una fecha indeterminada del otoño un referéndum sobre la autonomía del departamento. Sin el 'efecto capital' ¿habría ganado el oficialismo? Es imposible afirmarlo, pero la holgura de la ventaja de Cuéllar (alrededor de quince puntos) y la buena participación, cercana al ochenta por ciento, sugieren que -salvo en las áreas rurales, donde Morales mantiene su fuerte implantación- habría sido muy difícil obtener la victoria.
La marcha de los acontecimientos en su conjunto y los cambios inherentes al proceso autonomista, de una pujanza que nadie previó en su día antes de la victoria de Evo Morales, están cambiando el panorama. Tanto que toma un interés extraordinario el 'referéndum revocatorio' previsto para el 10 de agosto, de imprevisibles consecuencias.