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CODICIADO. Soldados iraquíes protegen un pozo petrolero en la ciudad de Basora. / AFP
MUNDO

Irak negocia la adjudicación de sus reservas de petróleo con las multinacionales

EE UU presta asesoría legal al país asiático en la redacción de los contratos La rusa Lukoil queda fuera de los acuerdos

MERCEDES GALLEGO
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Condoleezza Rice había sido rotunda: «EE UU se ha mantenido al margen de la adjudicación de contratos petroleros en Irak. Es un asunto del sector privado», aseguró la secretaria de Estado el mes pasado a la cadena 'Fox'. Sin embargo, el diario 'The New York Times' afirmó ayer que su Ministerio está «asesorando» al Gobierno iraquí en la adjudicación de esos polémicos contratos a petroleras extranjeras.

No sólo el Departamento de Estado, sino el de Comercio, el de Energía y el de Interior. Todos ellos han estado en contacto con el Ministerio de Petróleo iraquí para «ayudarle» a redactar esos contratos y asesorarle sobre cómo debe adjudicarlos. Aparentemente nadie ha propuesto un concurso público, sino que Bagdad está negociando directamente con las cinco grandes petroleras de Occidente: Exxon Mobil, Shell, BP, Total y Chevron, todas ellas estadounidenses, británicas y una francesa. Un consorcio entre la americana Anadarko, la suiza Vitol y la jamaicana Dome podría dar lugar a un sexto contrato.

Entre las compañías ofendidas ha quedado la rusa Lukoil, la que gestionó explotaciones petroleras en Irak durante el mandato de Sadam Husein, y aún clama que la ruptura de su acuerdo violó la legalidad internacional. Ayer se esperaba que Irak anunciase la firma de esos contratos, pero en lugar de ello el ministro de Petróleo, Hussain al-Sahristani, abrió la lista a otras 35 compañías, en un desafío a las multinacionales petroleras que en lugar de aceptar contratos temporales de apoyo técnico quieren hincar el diente a los pozos con acuerdos de explotación a largo plazo. «Están perdiendo el tiempo», advirtió frustrado el ministro.

Soberanía

El pulso no es nuevo. Cada vez que la prensa estadounidense ha expuesto la connivencia entre ambos gobiernos en temas que debilitan la soberanía nacional de Irak, su Gobierno reacciona con rebeldía. Y nada puede despertar más suspicacias entre los iraquíes que la entrega de sus reservas a compañías de los países invasores. El resentimiento es ancestral, ya que en la primera mitad del siglo pasado las compañías británicas, estadounidenses y francesas, explotaron el crudo iraquí hasta la nacionalización en 1972. Tal es la reacción que puede desatar que tres senadores demócratas enviaron la semana pasada una carta a Rice en la que demandan que los acuerdos se pospongan hasta que el Parlamento iraquí apruebe una ley muy postergada y polémica que debe regular la distribución del petróleo y el reparto de beneficios. Los senadores temen que la firma de estos contratos pueda desatar tensiones que cuesten más vidas entre los soldados estadounidenses, algo a lo que es muy sensible la opinión pública del país.

El Gobierno americano se desentiende de ello con el argumento de que la decisión sólo compete a Irak. Los asesores del Departamento de Estado consultados anónimamente por el rotativo neoyorquino han ayudado a redactar los contratos con la excusa de que Bagdad «no ha negociado un contrato internacional con una petrolera desde los años 70», dijo la fuente al periódico.

El país asiático, que posee la tercera mayor reserva petrolera del mundo, recuperó en diciembre del año pasado los niveles de producción que tenía antes de la invasión estadounidense hace cinco años.

Con las nuevas adjudicaciones que afectan a seis pozos petroleros espera aumentar su producción de los actuales 2,5 millones de barriles diarios a 4,5 millones en 2013, lo que tampoco ayudaría a reducir el precio del crudo, cuyo barril supera ya los 140 dólares. Los analistas coinciden en achacar las subidas a las inversiones especulativas, y muchos sitúan el coste real del petróleo entre los 60 y 70 dólares por barril -38 y 44 euros-, menos de la mitad de su precio en el mercado.