ESTOS SON LOS CAMPEONES. Los futbolistas posan entusiasmados en el césped con la Copa de mejor selección de Europa. / EFE
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España reconquista Europa

La selección derrota a Alemania y recupera cuatro décadas después la gloria perdida La 'roja' honró a los héroes del 64 y el continente se rinde ante su juego valiente y arriesgado

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España conquistó Europa hace más de cuatro décadas con el legendario gol de Marcelino ante la Unión Soviética. Intentó recuperar su cetro veinte años después en París, pero Francia le arrebató la gloria. Anoche la selección honró a los héroes de 1964 y el viejo continente se posó otra vez a sus pies, rindiéndose ante un juego valiente, arriesgado, reconocible. La llamada 'quinta de Viena' hizo historia en el estadio Ernst Happel con su victoria ante Alemania y volvió a colocar al fútbol español en la cima. Se acabaron las maldiciones y los desengaños. Quedó desterrado el mal fario. Cuando Iker Casillas levantó la copa de campeones, el premio era para todo un país que, esta vez sí, creyó en su equipo desde el principio. Luis Aragonés cierra su ciclo con un título mágico que será recordado siempre. Se va por la puerta grande.

Hay momentos simbólicos que sólo pueden ser obra del destino. Platini fue el verdugo de España en la final de 1984 y ayer le entregó el trofeo al capitán de la 'roja' en medio del delirio de unos aficionados que no olvidarán nunca lo que han vivido en un torneo fantástico que ha recompensado un estilo único basado en el arrojo y el desparpajo. En el cruce de cuartos ante Italia la selección demostró que había aprendido a competir. En semifinales que, cuando mueve el balón como sabe, es prácticamente invencible. Y ante Alemania, ganadora de tres Mundiales y otras tantas Eurocopas, que domina el 'tempo' de los partidos y que también sabe sufrir cuando el rival aprieta. Porque Alemania tiene pocos argumentos, pero es especialista en sacar petróleo de la nada.

La batuta de Xavi ha sido fundamental para lograr un éxito inimaginable hace unas semanas. El catalán ha ido de menos a más y ha alcanzado su máxima expresión en la ciudad de la ópera. Sus conciertos han sido magistrales y sus músicos le han entendido a la perfección. Ritmo alto cuando el trabajo de desgaste del contrincante ya ha surtido efecto; ritmo medio cuando se trata de tantear al enemigo; y ritmo acompasado cuando el resultado es favorable y el balón se convierte en el elemento más preciado.

Obra maestra

Su sinfonía de anoche fue magistral y surgió en el mejor de los escenarios posibles. Sus compañeros la interpretaron con soltura y, aunque hubo minutos de una cierta descoordinación, las notas resultaron vibrantes y emocionantes. Concierto histórico el de España en el Ernst Happel, sin duda su campo talismán en el torneo.

Hubo momentos de suspense en los que el tiempo se detuvo. El grado máximo se alcanzó en el minuto 33, cuando Torres peleó como un guerrero una pelota dentro del área y la picó por encima de Lehmann. Los segundos que tardó el balón en entrar en la red fueron eternos. Se abría a un costado y se acercaba peligrosamente al mismo poste con el que había chocado en un espectacular remate de cabeza del delantero del Liverpool. El 'niño' no había marcado desde el encuentro ante Suecia y tenía ganas de desquitarse. Da la sensación de que se había guardado la pólvora para el día más esperado, la culminación de una competición memorable en la que la selección entró de puntillas, sin hacer ruido, y de la que se despide a lo grande, con toda Europa venerándola.

Había tanta necesidad de celebrar un triunfo que, además de injusta, una derrota hubiera supuesto un mazazo considerable para futbolistas y seguidores. La oportunidad era única y la 'roja' supo aguantar la presión en los instantes decisivos. No importa quién salga. Se saben la partitura de memoria y, lo que es más importante, estaban convencidos de la victoria. La fe mueve montañas y se ha demostrado en esta Eurocopa. Porque el fútbol es un juego, sí, pero en su versión moderna es tan relevante o incluso más la mentalización. Y en esta faceta la labor de Aragonés ha sido impecable. Sólo hacía falta ver la entrega de Sergio Ramos y de Fernando Torres, los dos internacionales con los que ha tenido alguna desavenencia.

La copa viaja a España cargada de ilusiones presentes y también futuras. Esta generación asegura un porvenir magnífico. Sólo tenía que creérselo y eso ya lo ha conseguido. Habrá que pensar en cotas mayores y el Mundial de Sudáfrica puede ser otro buen escaparate para acallar las voces que hablan de casualidades y de la baja forma de las selecciones de renombre que han caído bajo el dominio del equipo nacional. España ha reconquistado Europa con una obra maestra en Viena, la ciudad de la música.