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Potencia frente a talento

Esta noche, la gran final. Como en esas películas de revanchas, de vengadores justicieros, en las que el héroe se va quitando de en medio lentamente a sus rivales, de menor a mayor, hasta el duelo final con el villano más pérfido, así, en el partido de esta noche, además de dos selecciones nacionales se enfrentan dos estilos de juego antagónicos. Ambos espectaculares, brillantes cada uno a su manera y, naturalmente, legítimos. Los alemanes siempre son fuertes, potentes, rocosos, pero cuentan siempre también con dos o tres jugadores de clase, como aquel 4 del Mundial del 66, que salía desde atrás y entraba como un húsar a caballo, abriéndose paso con decididos sablazos, que luego fue retrasando su posición hasta convertirse en el mejor líbero de la historia, hasta el punto de que su nombre se identifica con el puesto, Franz Beckenbauer. Después tuvieron a Müller, a Netzer, a Rumenige, a Schuster, a Matthäus ahora tienen a Lahm, a Schweinsteiger, a Ballack y a Podolski, y tienen a todos los demás, que componen, como siempre un equipo temible, que a veces juega francamente mal, como ante Turquía, pero que siempre puede ganarle a cualquiera. Los alemanes, como los italianos, sienten un profundo desprecio por las florituras. Su concepto de la belleza es la eficacia por el camino más corto y vertical. Ris, ras. Balón largo a la banda, centro y remate.

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En el primer artículo de esta serie les decía que, en mi opinión, el equipo de España era tan bueno como el de Suárez del 64 o el de Sarabia del 84. Ahora, suceda lo que suceda esta noche, después de lo visto ante Rusia, me parece que éste de ahora es el más redondo de los tres. La segunda parte con los rusos fue antológica. Pocas veces se ha visto en un campo de fútbol un centro de campo que mueva el balón con tanta precisión y tanto criterio, en corto y en largo, midiendo los tiempos, apurando hasta el ultimísimo instante, como si se recrearan en la emoción y el riesgo, pero acertando en un porcentaje inusitadamente alto de sus instantáneas decisiones Tal vez, en efecto, la selección juegue mejor con un delantero que con dos, porque de ese modo juega con cinco centrocampistas extraordinariamente compenetrados.

En la primera parte las cosas no estuvieron nunca claras. Daba la impresión de que en cualquier momento los rusos podrían interceptar alguno de esos pases, a veces tan arriesgados, y romper el partido con alguna contra en la que aprovechasen su supuesta superioridad física. Sorprendentemente en la segunda mitad, cuando la mala fortuna llevó al banquillo a Villa, el futbolista al que los rusos más temían por razones obvias, el centro del campo español, reforzado, dio un recital memorable que fundió a los rusos. Suceda lo que suceda esta noche, y yo confío en la justicia poética de que ganen quienes mejor juegan, la selección española ha sido la referencia en este campeonato, un avance para el fútbol. Es triste que triunfen equipos como Grecia, el Oporto o el Chelsea. Esos triunfos marcan tendencia. Es triste que cuando un millonario caprichoso pone en manos de un entrenador cantidades fabulosas de dinero, con las que poder fichar a los mejores, ese entrenador invierta en jugadores eficaces pero aburridos. Eso estaba pasando. Por eso sería bueno para el fútbol que quedara probado una vez más (hay muchos ejemplos, pero se diría que ese teorema tan obvio, casi un axioma, hay que demostrarlo todo el rato) que la mejor manera de ganar los partidos es jugando bien al fútbol. El buen juego no sólo es un espectáculo incomparable sino que también da buenos resultados.

A mí me parece un reto extraordinario hacerles correr detrás del balón a los alemanes, tronzarles la cintura tan sólo con amagos, tirarles paredes hasta volverles locos, metérsela por los ojos. Va a ser un gran espectáculo. Potencia contra talento. A algunos míticos jugadores argentinos y brasileños les parecía, ya desde que empezaron a patear un balón de trapo en los arrabales de sus ciudades, que no era de caballeros tirarse al suelo, chocar, meter goles de rebote, ni siquiera de penalti. España puede marcar esta noche la nueva tendencia del fútbol. Jugar bien, se gane o se pierda, es lo único que importa, pero además, jugando bien, habitualmente se gana. Amén.